Las estrellas parecían danzar para nosotros, podría haberme quedado en aquel lugar hasta que el sol apareciera, pero lamentablemente, mi deseo no iba a poder hacerse realidad. Entre el viaje, las charlas, y las largas horas que nos quedamos observando, ambos olvidamos por completo el hecho de que debíamos regresar a nuestros hogares para mañana poder estar en perfectas condiciones para seguir grabando. Con todo esto en mente, ya me había olvidado de aquella película a la cual pertenecíamos. Deshicimos el camino hasta el auto y nos encaminamos hacia mi casa. Mire de reojo el reloj que titilaba en la parte superior del vehiculo, faltaban unos pocos minutos para que nos despidamos de las 22hs, en ese instante tuve una pequeña premonición de los gritos que tendría que escuchar al llegar a casa.
- Tranquila, llegaremos bien, no tardaremos más de unos pocos minutos. Se que tus padres deben estar furiosos, pero todo esto valió la pena, al menos para mi- La voz de Emmett rompió el silencio, lo mire atónita, ¿resultaba tan sencillo leerme el rostro?
- Lo se, gracias. Ah, y por cierto, esto fue hermoso- Me incliné hacia un costado donde se hallaba su rostro fijo en la carretera y bese sus calidos labios. A pesar de la poca temperatura que asomaba afuera, su cuerpo estaba normal, no podía decir lo mismo de mis manos, que se encontraban tiesas.
- Amor te estas helando! Porque no me dices que tienes frió, recuerda que debo llevarte sana a casa, de otra manera tus padres no me dejaran sacarte mas- Me sonrió y me dejo perpleja, me estaba helando, era verdad, pero en ese momento nada de ello importaba.
- Estoy bien, estoy contigo, y es lo único que importa- Lo mire fijo por unos instantes.
- Se que es lo único que importa, porque yo siento lo mismo, pero Bells, no quiero que te enfermes, déjame prender un poco la calefacción- Accedí sin quejarme, ya que necesitaba un poco de temperatura dentro de mi cuerpo. Giro la perilla, y el aire inundo la cabina, luego de eso tomo mi mano y siguió con la vista fija en el camino.
No podía dejar mi mente vacía ni por un minuto, todo esto ocupaba un lugar muy importante, y no dejaba de hacerme la idea de que todo acabaría mal, no sabía como iba a decírselo a Edward, pero tenia muchísimo miedo de no saber como reaccionaria. Debería hablarle muy despacio y calmada, pero sabia que no me lo iba a permitir, ya que su sexto sentido le indico que algo no se encontraba bien. Pocos minutos después, el Clío se encontraba en una temperatura agradable para mi cuerpo, y mi mente se había dispersado contando los pocos árboles que bordeaban la ruta, no pude resistirme y quede tendida en el asiento. Una vez más, el sueño había vencido. A pesar de todo lo sucedido, no tuve sueños ni pesadillas, solo un profundo sueño acompañado de una música de fondo que supuse sonaba en el auto.
No se cuanto tiempo estuve ausente, ni cuanto tiempo había transcurrido desde que subimos, ni cuanto hacia que Em manejaba, pero luego de un rato, su voz resonaba dentro de mi mente. Pensé que se había metido mientras dormía para revisar mis pensamientos, pero luego y entendí que lo único que quería era despertarme. Ya no estábamos en movimiento, y no entendía porque. Quería con todas mis fuerzas responder a sus llamados, pero estaba tan agotada que nada me lo permitía. Su voz ceso, y me relaje nuevamente, pero aquella calma no duro mucho. Pocos segundos después, un viento helado me inundo la cintura y el rostro, me sentía en la antártica, pero para contrarrestar el efecto, algo cayó sobre mí cubriéndome y protegiéndome de la noche. Volví a relajarme. Unos brazos suaves al tacto y conocibles me rodearon con fuerza. Uno paso por detrás de mi cintura, y el otro recogió mis piernas del suelo. Con un leve empujón me hallaba flotando entre las nubes de algodón que alguna vez habría soñado. El suave movimiento mecedor suavizó hasta la última de mis terminaciones nerviosas. Deje de sentir el viento que corría por mi rostro, esta vez solo oía voces que me resultaban bastante familiares. No entendía nada de lo que sucedía con mi cuerpo, pero no estaba del todo fuerte como para preocuparme. De golpe, el vaivén se detuvo, y un brusco salto tomo su lugar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez, quince saltos ininterrumpidos me sacudían las neuronas dentro de mi cabeza, sentía como si estuviesen jugando a la carrera. Seguí meciéndome nuevamente, al parecer la turbulencia había pasado, los pilotos del avión habían solucionado todos los desperfectos. El movimiento se freno nuevamente, esta vez, me había caído por la ventana del aeroplano y había aterrizado en una nube, era cómoda, esponjosa, calida. Otra nube se poso en mi cuerpo cubriéndome de la intemperie. Deseaba con todas mis fuerzas abrir los ojos, hasta que mi cerebro reacciono a mi petición y me lo concedió. Por desgracia, no había ninguna nube sobre ni debajo de mi. No me hallaba en el cielo luego de caer del avión, sino que estaba en mi cama cubierta por las sabanas blancas. El pálido rostro de Emmett se asomaba por entre mis parpados.
- Esta bien amor, vuelve a dormir, ya estas en casa, nos veremos mañana- Al parecer beso mi frente
- Quédate, por favor. No me dejes sola. - Me miro fijo por un minuto, y luego giro la cabeza en dirección contraria.
- Lamento mucho todo esto, prometo que no volverá a pasar, la próxima tratare de traerla mas temprano y aun despierta- Le hablaba a alguien más, pero no sabía a quien.
- No te preocupes, siempre es así, se rinde fácilmente- Una risa acompaño aquella voz familiar.
- Debo irme, es tarde, y mi casa esta un poco lejos de aquí, y no quiero llegar con el sol en mi espalda- Aparentemente se encamino a la salida de mi habitación.
- De ninguna manera- La voz volvió a hablar. - Cuidaste mucho de Sole, no quiero que corras peligro allí afuera, sino te molesta preferiría que te quedaras esta noche-
-¿Sole?, es decir, ¿No es una molestia?- Bingo! Descubrió mi nombre, y yo descubrí a quien pertenecía la voz: mi madre.
- En absoluto, en seguida te bajo las sabanas y armo el sofá de abajo. No es un somier, pero debo confesarte que es mucho más cómodo que mi cama-
- Muchísimas gracias, no seré una molestia lo prometo- Le sonrió a mi madre, y esta salio de la habitación en busca del juego de sabanas. Yo seguía con los ojos medio abiertos, por lo que pude divisar aquella escena.
- Ya has visto, ganaste Sole, me quedo, no te dejare sola- Y se rió bastante fuerte para mi cabeza de ensueños. Beso nuevamente mi frente y salio por el mismo lugar que mi madre.
Nunca supe que paso después, ya que el sueño me tomo de rehén nuevamente.
A la mañana siguiente cuando me desperté, Un aroma dulce me invadió el sentido del olfato.
- Buenos días mi amor. Debes apresurarte un poco, estamos algo retrasados para llegar al estudio-
- Shhh, calla. Es muy temprano para sermones. Es un sueño tenerte aquí desde temprano, y que sea tu voz la que me despierte, pero por favor no lo conviertas en pesadilla con regaños- Medio le sonreí con mi mejor cara de recién conciente. Me dedico una sonrisa y coloco sobre mi cuerpo una bandeja llena de comida exquisita. No había desayunado así en días.
La tasa de café con leche estaba en una esquina, y un pequeño plato con dos medialunas en la contraria. Un diminuto florero contenía una rosa blanca de aroma concentrado.
- Esto es maravilloso, debes dejar de complacerme así, o me acostumbraré-
- Esa es la idea amor- Y volvió a regalarme otra mueca.
Comí lo más rápido que pude evitando quemarme. Todo era muy sabroso. Al finalizar mi desayuno, le pedí amablemente a Em que saliera de la habitación para poder cambiarme, pero el se rió mientras se daba la vuelta.
- ¿De que te ríes? Te estoy pidiendo que me dejes vestirme para poder ir al instituto, no encuentro el motivo de la broma-
- Amor, mírate- Seguramente se reía de mi cabello alborotado, o mis ojeras prominentes. Luego baje la vista para inspeccionar que mi pijama no este en malas condiciones, pero algo llamo mi atención, y luego recordé todo. Estaba completamente vestida, tenía mi Jean desgastado y mi camisa abotonada por el frente de un color rosa pálida. – Ahora entiendes porque me río- Claro que lo entendía, al parecer anoche tuvo que cárgame hasta aquí, y mi cuerpo no me permitió más que solo seguir durmiendo, por lo que no tuve posibilidad de ponerme mi ropa de cama. También entendía muy bien que hacia el allí. Mi madre lo había invitado a pasar la noche.
Mientras yo deliberaba torpemente en mi cabeza, e intentaba salir del colchón, algo nos saco a ambos de nuestros pensamientos. Mi celular sonaba fuertemente dentro de algún lado, ya que las vibraciones golpeaban con otro objeto. Estaba en mi bolso. Emmett extendió su brazo y me alcanzo la cartera del suelo, tome el móvil y atendí medio inconciente.
- Bells, ¿Cómo estas? Oye ha pasado algo, estoy cerca de tu casa y el Clío de Em se encuentra allí- Me olvide por completo de aquello.
- Hola Jazz, si todo este bien, es una historia larga, gracias por acordarte de recogerme, pero ya tengo chofer, te contare luego, gracias otra vez. Un beso, nos vemos en poco tiempo en el estudio- Cerré la tapa del celular y salte de entre las sabanas. Abrí la puerta de mi ropero y saque una remera que hacia juego con los zapatos que usaría, que también retire de allí. Con la puerta abierta del ropero, y Em sentado sobre el borde de la cama, me escondí detrás de la misma usándola como biombo. Me saqué la camisa y me introduje dentro de la remera de seda fucsia. Ajuste mis clips en el cabello y lo desenrede un poco con las manos. Salí de mi escondite y me senté en el borde de un pequeño banquito, me coloque los zapatos negros con rayas en el mismo fucsia de la remera y me pare rápidamente. Salí dispara de la habitación y me dirigí al baño. Lave mis dientes y regrese con Em. Lo tome de la mano con fuerza y lo obligue a bajar por las escaleras casi en caída libre.
- espera amor, se que llegamos tarde, pero necesito mis brazos para conducir- Me freno de un tirón y me coloco frente a el. Me beso con furia y me baño en un abrazo.
- Te quiero demasiado, y lo sabes. Me encantan tus calidos besos, y también lo sabes. Pero llegaremos tarde, y también lo sabes- Volví a correr hacia la puerta principal y nos sentamos en el auto. Puso las llaves en contacto y en una carrera de obstáculos que duro unos pocos minutos, nos encontrábamos en la puerta del estudio.
- Amor, debo hablar con Edward, recuerdas. Déjame aquí, te veré adentro- No le gusto la idea, pero no podía oponerse, sabia que lo haría de todos modos.
Baje del vehiculo casi en marcha y salí disparada hacia la entrada. Abrí la puerta y casi sin aire seguí corriendo. Atravesé todos los pasillos hasta encontrar lo que quería.
- Ed…hola…aquí estoy…quieres….que…hablemos- Estaba demasiado agitada como para pronunciar la oración sin cortes.
- Amor! Te he extrañado, claro que quiero que hablemos, fue demasiado tiempo sin ti- Me abrazo con la fuerza necesaria para quebrar mis costillas, aunque no lo hizo.