domingo, 19 de abril de 2009

Capitulo XXIII

Capitulo XXIII: Devuelta al trabajo

Las estrellas parecían danzar para nosotros, podría haberme quedado en aquel lugar hasta que el sol apareciera, pero lamentablemente, mi deseo no iba a poder hacerse realidad. Entre el viaje, las charlas, y las largas horas que nos quedamos observando, ambos olvidamos por completo el hecho de que debíamos regresar a nuestros hogares para mañana poder estar en perfectas condiciones para seguir grabando. Con todo esto en mente, ya me había olvidado de aquella película a la cual pertenecíamos. Deshicimos el camino hasta el auto y nos encaminamos hacia mi casa. Mire de reojo el reloj que titilaba en la parte superior del vehiculo, faltaban unos pocos minutos para que nos despidamos de las 22hs, en ese instante tuve una pequeña premonición de los gritos que tendría que escuchar al llegar a casa.

- Tranquila, llegaremos bien, no tardaremos más de unos pocos minutos. Se que tus padres deben estar furiosos, pero todo esto valió la pena, al menos para mi- La voz de Emmett rompió el silencio, lo mire atónita, ¿resultaba tan sencillo leerme el rostro?

- Lo se, gracias. Ah, y por cierto, esto fue hermoso- Me incliné hacia un costado donde se hallaba su rostro fijo en la carretera y bese sus calidos labios. A pesar de la poca temperatura que asomaba afuera, su cuerpo estaba normal, no podía decir lo mismo de mis manos, que se encontraban tiesas.

- Amor te estas helando! Porque no me dices que tienes frió, recuerda que debo llevarte sana a casa, de otra manera tus padres no me dejaran sacarte mas- Me sonrió y me dejo perpleja, me estaba helando, era verdad, pero en ese momento nada de ello importaba.

- Estoy bien, estoy contigo, y es lo único que importa- Lo mire fijo por unos instantes.

- Se que es lo único que importa, porque yo siento lo mismo, pero Bells, no quiero que te enfermes, déjame prender un poco la calefacción- Accedí sin quejarme, ya que necesitaba un poco de temperatura dentro de mi cuerpo. Giro la perilla, y el aire inundo la cabina, luego de eso tomo mi mano y siguió con la vista fija en el camino.

No podía dejar mi mente vacía ni por un minuto, todo esto ocupaba un lugar muy importante, y no dejaba de hacerme la idea de que todo acabaría mal, no sabía como iba a decírselo a Edward, pero tenia muchísimo miedo de no saber como reaccionaria. Debería hablarle muy despacio y calmada, pero sabia que no me lo iba a permitir, ya que su sexto sentido le indico que algo no se encontraba bien. Pocos minutos después, el Clío se encontraba en una temperatura agradable para mi cuerpo, y mi mente se había dispersado contando los pocos árboles que bordeaban la ruta, no pude resistirme y quede tendida en el asiento. Una vez más, el sueño había vencido. A pesar de todo lo sucedido, no tuve sueños ni pesadillas, solo un profundo sueño acompañado de una música de fondo que supuse sonaba en el auto.

No se cuanto tiempo estuve ausente, ni cuanto tiempo había transcurrido desde que subimos, ni cuanto hacia que Em manejaba, pero luego de un rato, su voz resonaba dentro de mi mente. Pensé que se había metido mientras dormía para revisar mis pensamientos, pero luego y entendí que lo único que quería era despertarme. Ya no estábamos en movimiento, y no entendía porque. Quería con todas mis fuerzas responder a sus llamados, pero estaba tan agotada que nada me lo permitía. Su voz ceso, y me relaje nuevamente, pero aquella calma no duro mucho. Pocos segundos después, un viento helado me inundo la cintura y el rostro, me sentía en la antártica, pero para contrarrestar el efecto, algo cayó sobre mí cubriéndome y protegiéndome de la noche. Volví a relajarme. Unos brazos suaves al tacto y conocibles me rodearon con fuerza. Uno paso por detrás de mi cintura, y el otro recogió mis piernas del suelo. Con un leve empujón me hallaba flotando entre las nubes de algodón que alguna vez habría soñado. El suave movimiento mecedor suavizó hasta la última de mis terminaciones nerviosas. Deje de sentir el viento que corría por mi rostro, esta vez solo oía voces que me resultaban bastante familiares. No entendía nada de lo que sucedía con mi cuerpo, pero no estaba del todo fuerte como para preocuparme. De golpe, el vaivén se detuvo, y un brusco salto tomo su lugar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez, quince saltos ininterrumpidos me sacudían las neuronas dentro de mi cabeza, sentía como si estuviesen jugando a la carrera. Seguí meciéndome nuevamente, al parecer la turbulencia había pasado, los pilotos del avión habían solucionado todos los desperfectos. El movimiento se freno nuevamente, esta vez, me había caído por la ventana del aeroplano y había aterrizado en una nube, era cómoda, esponjosa, calida. Otra nube se poso en mi cuerpo cubriéndome de la intemperie. Deseaba con todas mis fuerzas abrir los ojos, hasta que mi cerebro reacciono a mi petición y me lo concedió. Por desgracia, no había ninguna nube sobre ni debajo de mi. No me hallaba en el cielo luego de caer del avión, sino que estaba en mi cama cubierta por las sabanas blancas. El pálido rostro de Emmett se asomaba por entre mis parpados.

- Esta bien amor, vuelve a dormir, ya estas en casa, nos veremos mañana- Al parecer beso mi frente

- Quédate, por favor. No me dejes sola. - Me miro fijo por un minuto, y luego giro la cabeza en dirección contraria.

- Lamento mucho todo esto, prometo que no volverá a pasar, la próxima tratare de traerla mas temprano y aun despierta- Le hablaba a alguien más, pero no sabía a quien.

- No te preocupes, siempre es así, se rinde fácilmente- Una risa acompaño aquella voz familiar.

- Debo irme, es tarde, y mi casa esta un poco lejos de aquí, y no quiero llegar con el sol en mi espalda- Aparentemente se encamino a la salida de mi habitación.

- De ninguna manera- La voz volvió a hablar. - Cuidaste mucho de Sole, no quiero que corras peligro allí afuera, sino te molesta preferiría que te quedaras esta noche-

-¿Sole?, es decir, ¿No es una molestia?- Bingo! Descubrió mi nombre, y yo descubrí a quien pertenecía la voz: mi madre.

- En absoluto, en seguida te bajo las sabanas y armo el sofá de abajo. No es un somier, pero debo confesarte que es mucho más cómodo que mi cama-

- Muchísimas gracias, no seré una molestia lo prometo- Le sonrió a mi madre, y esta salio de la habitación en busca del juego de sabanas. Yo seguía con los ojos medio abiertos, por lo que pude divisar aquella escena.

- Ya has visto, ganaste Sole, me quedo, no te dejare sola- Y se rió bastante fuerte para mi cabeza de ensueños. Beso nuevamente mi frente y salio por el mismo lugar que mi madre.

Nunca supe que paso después, ya que el sueño me tomo de rehén nuevamente.

A la mañana siguiente cuando me desperté, Un aroma dulce me invadió el sentido del olfato.

- Buenos días mi amor. Debes apresurarte un poco, estamos algo retrasados para llegar al estudio-

- Shhh, calla. Es muy temprano para sermones. Es un sueño tenerte aquí desde temprano, y que sea tu voz la que me despierte, pero por favor no lo conviertas en pesadilla con regaños- Medio le sonreí con mi mejor cara de recién conciente. Me dedico una sonrisa y coloco sobre mi cuerpo una bandeja llena de comida exquisita. No había desayunado así en días.

La tasa de café con leche estaba en una esquina, y un pequeño plato con dos medialunas en la contraria. Un diminuto florero contenía una rosa blanca de aroma concentrado.

- Esto es maravilloso, debes dejar de complacerme así, o me acostumbraré-

- Esa es la idea amor- Y volvió a regalarme otra mueca.

Comí lo más rápido que pude evitando quemarme. Todo era muy sabroso. Al finalizar mi desayuno, le pedí amablemente a Em que saliera de la habitación para poder cambiarme, pero el se rió mientras se daba la vuelta.

- ¿De que te ríes? Te estoy pidiendo que me dejes vestirme para poder ir al instituto, no encuentro el motivo de la broma-

- Amor, mírate- Seguramente se reía de mi cabello alborotado, o mis ojeras prominentes. Luego baje la vista para inspeccionar que mi pijama no este en malas condiciones, pero algo llamo mi atención, y luego recordé todo. Estaba completamente vestida, tenía mi Jean desgastado y mi camisa abotonada por el frente de un color rosa pálida. – Ahora entiendes porque me río- Claro que lo entendía, al parecer anoche tuvo que cárgame hasta aquí, y mi cuerpo no me permitió más que solo seguir durmiendo, por lo que no tuve posibilidad de ponerme mi ropa de cama. También entendía muy bien que hacia el allí. Mi madre lo había invitado a pasar la noche.

Mientras yo deliberaba torpemente en mi cabeza, e intentaba salir del colchón, algo nos saco a ambos de nuestros pensamientos. Mi celular sonaba fuertemente dentro de algún lado, ya que las vibraciones golpeaban con otro objeto. Estaba en mi bolso. Emmett extendió su brazo y me alcanzo la cartera del suelo, tome el móvil y atendí medio inconciente.

- Bells, ¿Cómo estas? Oye ha pasado algo, estoy cerca de tu casa y el Clío de Em se encuentra allí- Me olvide por completo de aquello.

- Hola Jazz, si todo este bien, es una historia larga, gracias por acordarte de recogerme, pero ya tengo chofer, te contare luego, gracias otra vez. Un beso, nos vemos en poco tiempo en el estudio- Cerré la tapa del celular y salte de entre las sabanas. Abrí la puerta de mi ropero y saque una remera que hacia juego con los zapatos que usaría, que también retire de allí. Con la puerta abierta del ropero, y Em sentado sobre el borde de la cama, me escondí detrás de la misma usándola como biombo. Me saqué la camisa y me introduje dentro de la remera de seda fucsia. Ajuste mis clips en el cabello y lo desenrede un poco con las manos. Salí de mi escondite y me senté en el borde de un pequeño banquito, me coloque los zapatos negros con rayas en el mismo fucsia de la remera y me pare rápidamente. Salí dispara de la habitación y me dirigí al baño. Lave mis dientes y regrese con Em. Lo tome de la mano con fuerza y lo obligue a bajar por las escaleras casi en caída libre.

- espera amor, se que llegamos tarde, pero necesito mis brazos para conducir- Me freno de un tirón y me coloco frente a el. Me beso con furia y me baño en un abrazo.

- Te quiero demasiado, y lo sabes. Me encantan tus calidos besos, y también lo sabes. Pero llegaremos tarde, y también lo sabes- Volví a correr hacia la puerta principal y nos sentamos en el auto. Puso las llaves en contacto y en una carrera de obstáculos que duro unos pocos minutos, nos encontrábamos en la puerta del estudio.

- Amor, debo hablar con Edward, recuerdas. Déjame aquí, te veré adentro- No le gusto la idea, pero no podía oponerse, sabia que lo haría de todos modos.

Baje del vehiculo casi en marcha y salí disparada hacia la entrada. Abrí la puerta y casi sin aire seguí corriendo. Atravesé todos los pasillos hasta encontrar lo que quería.

- Ed…hola…aquí estoy…quieres….que…hablemos- Estaba demasiado agitada como para pronunciar la oración sin cortes.

- Amor! Te he extrañado, claro que quiero que hablemos, fue demasiado tiempo sin ti- Me abrazo con la fuerza necesaria para quebrar mis costillas, aunque no lo hizo.

miércoles, 15 de abril de 2009

Capitulo XXII

Capitulo XXII: ¡Sorpresa!

No tardamos mucho en alejarnos de mi casa, me pidió que les avise a mis padres que no iba a llegar muy tarde, pero que no me esperen para cenar, ya que no quería dejar la sorpresa inconclusa. Definitivamente debíamos hablar de eso, ya que el hecho de nunca saber el lugar al cual me iba a llevar, lograba ponerme un poco nerviosa, pero el solo hecho de permanecer a su lado calmaba un poco la ansiedad. Intente sacarle algunas pistas sobre nuestro destino, pero no logre mas que un "ya veras". A los pocos minutos de reconocer las calles por las que nos encaminábamos, me sorprendió con una bajada en lo que seria una ruta descampada. No me asustaba en absoluto el lugar, solo le temía al horario, y que deberíamos regresar con la luz de la luna, lo que no calmaba mis nervios. Alcanzamos una velocidad bastante alta para lo conocido por mis ojos, nunca había visto a nadie conducir así, ni siquiera a Edward. En poco tiempo nos encontramos frente a una entrada a lo que seria un camping, o algo similar a un barrio privado. Pero más allá del deslumbramiento por aquel lugar, algo más llamo mi atención. Mi bolso no dejaba de emitir sonidos y vibraciones que nos sobresaltaron a ambos, era mi celular avisándome de que alguien me necesitaba en la línea. Rápidamente metí mis manos en aquella bolsa mágica, ya que allí podría encontrar cualquier cosa que quisiese. Enseguida lo tuve en mis manos, pero algo hizo que mi corazón se detuviera y la respiración se acelerara a un ritmo que no había experimentado hasta entonces. Al abrir el pequeño móvil, la pantalla indicaba con letras luminosas que la persona que necesitaba hablarme era Ed.
- Em, por favor, detente un segundo y baja un poco el volumen de la música!-le grite casi desesperada. Al oír mi voz exaltada hizo lo que le ordeno y permaneció en absoluto silencio. - Muchas gracias- Le sonreí casi intentando ser amable
- Hola?- Pregunte casi ingenua, aunque ya sabia con quien me encontraría del otro lado.
- Bella mi amor! ¿Que es lo que esta pasando? ¿Donde estas?- Sonaba mucho mas exaltado que mi pedido de ayuda hacia Em.
- Ed, no puedo hablar ahora, estoy en mi casa, pero mis padres me quieren con ellos ya que hace tiempo que no estamos juntos. ¿Porque? ¿A pasado algo?- Inquirí simulando estar preocupada, aunque debía admitir que en cierta manera lo estaba.
- No, es solo que...no lo se aun...pero algo ha cambiado...puedo...presentirlo... ¿Recuerdas? Es como si mi vida...no lo se Bella...es algo raro.- Claro que lo recordaba, es mas, todavía me debía un par de respuestas, pero en esos momentos no tenia intenciones de solicitarlas. Por otra parte, Emmett me hacia señas con las manos preguntándome si todo estaba bien, le respondí con un pequeño okei con los dedos, y le pedí que me esperara un segundo.
- Porque no hacemos algo, cuando termino esta pequeña reunión con mis padres, prometo llamarte, y mañana nos veremos para hablar sobre el tema, ¿Te parece bien?- Aunque mi pregunta había sido para mi llamante, los ojos de Em se abrieron de par en par y empezó a sacudirme entre sus brazos con cara de suplica.
- Por favor Bells no. No quiero que te veas con el- Me susurraba casi para que le lea los labios. Con mi mano libre le tape la boca con un dedo y le guiñe un ojo para que se tranquilizara. La voz de Edward se escucho otra vez.
- Esta bien, no me gusta mucho la idea, pero supongo que tus padres te necesitan, ya que las voces se oyen hasta aquí, nos veremos. - Estaba molesto, triste, decepcionado. Por esa razón, supuse que me colgó el teléfono y me dejo hablando con los sonidos de fondo.
- Emmett, escucha, se que no te agrada la idea, pero debo hablar con el, debo darle algunas explicaciones, y el también me las debe a mi. Por favor, como te escogí a ti, en su momento lo escogí a el, y se merece de mi parte algunas aclaraciones, por eso también debo pedirte otro favor.- Me miro como queriendo entender. – Necesito que mañana no estés a mi lado, ya hable con Jazz y el me recogerá por la mañana, llegare con el, así no tendré que darle explicaciones a nadie, y tampoco será tan chocante para Ed, por favor, puedes concederme ese pequeño deseo-
- No, no y no! Por favor Bells, no me hagas esto, no puedo estar alejado de ti, te necesito a cada instante, y no soportaría el hecho de verte con otra persona- Creí ver que de sus hermosos ojos comenzaban a brillar algunas lagrimas.
- Amor, escucha- La sola mención de aquella palabra saliendo de mis labios y dirigiéndose a el, suavizo el ambiente y calmo sus nervios. – Se que es difícil para ti, pero también lo fue para mi tomar esta decisión, y no quiero pensar en que me estoy arrepintiendo…-
- Jamás vuelvas a decir eso me oíste- Casi me grito desalmado
- Bueno entonces demuéstrame que no me equivoco, y déjame aclarar las cosas con el, para que podamos estar juntos. Para mi fue muy complicado elegir entre ambos, estuve a punto de no escoger a ninguno, pero por alguna razón estoy aquí contigo yendo a algún lugar desconocido en plena noche. ¿Puedes, por favor, como agradecimiento, dejarme hablar con el?- Sus ojos se cerraron por un minuto y luego volvió a abrirlos, ya sin lagrimas en ellos. Me tomo de la mano y con la otra acaricio mi rostro.
- Esta bien, pero solo será mañana, promételo. Te dejare aclarar las cosas, solo porque te quiero demasiado y quiero que las cosas entre nosotros estén bien. Pero no me hagas sufrir mas, si es necesario que en el estudio estemos alejados, lo comprendo, también para mi seria doloroso verte con el y saber que lo has elegido, pero al menos déjame pasar a recogerte, y si quieres entramos separados, para que nadie sospeche…- Lo callé con un beso y mis brazos lo arrestaron en un abrazo con toda la fuerza que pude sacar.
- Te quiero, sabes?, y creo saber porque te elegí, pero ahora debo pedirte otro favor mas…-
- ¿Otro? ¿Acaso no te alcanza con tener que compartirte?- Me soltó de golpe y se tiro hacia atrás.
- Quiero mis sorpresa! Esto de la intriga me esta matando!- Al escuchar mis palabras volvió a saltar sobre mi y me volvió a abrazar sin dejarme escapatoria.
- Eres increíble- Me soltó nuevamente, esta vez para colocar las manos en el volante y seguir nuestro camino.
A medida que nos íbamos introduciendo en aquel descampado, mi cerebro intentaba deducir hacia donde nos dirigíamos, pero al parecer, no encontraba solución alguna.
- Amor por favor, me estas matando, dime a donde vamos- Le suplique entre sollozos
- Y tu me estas matando a mi cada vez que pronuncias esa palabra con tu boca, pero no te diré nada, es una sorpresa.
- Debo aclararte que me desagradan las sorpresas…
- Lo se, por eso es que las hago, de esa manera no podrías negarte desde un principio y tendrías que aceptar- Me sonrió tan calidamente que mi mente se nublo y mis sentidos escaparon por el vidrio del Clío.
El camino se iba haciendo mas angosto a medida que nos adentrábamos en el, y de a poco, algunas casas parecidas a pequeñas cabañas, iban apareciendo una al lado de la otra. Aproximadamente unas cinco cuadras mas adentro, las casas estaban una pegada a la otra, enfrentadas por una pequeña calle de adoquines, que transitábamos ya en baja velocidad. Todas eran iguales, me sentía en un pequeño cuento de hadas, como si todo eso no fuera real, como si aun no me hubiese despertado de alguna siesta de la tarde.
- Prométeme que no entraras a los gritos cuando te diga a donde vamos- Me pregunto casi tímidamente
- Prometo no hacerlo si me lo dices antes de llegar, así podré salir huyendo- Le sonreí tan notoriamente como para que no dudara ni un segundo sobre aquella opción.
- Recuerdas el hotel en el cual tuvimos nuestra…ehmmm…cita por así decirlo-
- Ajam- Asentí con la cabeza
- Recuerdas que te dije que pertenecía a mis padres- Volví a asentir. – Bueno…esto…es que…no solo poseen ese cuarto de hotel…sino que también…eh…bienvenida a mi hogar de vacaciones amor- Y señalo una cabaña que desencajaba en el estilo de las demás, ya que esta era tan grande como el cuarto de hotel, y ocupaba el lugar de seis de las normales.
- Oh…mi…dios- Abrí la boca tan grande que pensé que mi mandíbula caería al piso. - ¿Cómo…cuando…COMO?
- Tranquila amor…es que…mis padres…tienen un pequeño…negocio familiar…mi tío y mi padre pegaron suerte con una cadena hotelera que recién iniciaba y ahora…bueno, no solo son dueños del cuarto, sino de todo el hotel, y tienen varias “sucursales” en el país- Sonaba avergonzado
- Pero, ¿Por qué no querías decírmelo?- Lo mire tan fijo que tuvo que apartar la vista para no tirarse sobre mi
- Porque tenia miedo de que pienses de que por ser…hijo de personas….adineradas…no seria lo mismo-
- Querrás decir que tenias miedo de que me interese por ti por tu dinero?- Casi me bajo del auto al terminar de hablar
- Amor estas loca! Nunca pensaría una cosa así de ti, me avergüenzo de haberte hecho sentir eso, es solo que no estoy acostumbrado a tratar con gente, y de veraz tenia miedo. Todos mis amigos, es decir compañeros, pertenecen a este mismo negocio, y sentía que no me aceptarías por ser así, pero te juro que mi hogar es mucho más pequeño, no me gusta lo lujoso, es solo un pequeño departamento cerca del estudio. Si aun sigues queriendo estar conmigo, prometo llevarte algún día-
- Emmett, realmente me asombras cada día mas, eres fascinante!- Me abalancé sobre el y bese su boca con furia. – Pero no entiendo cual es la sorpresa…-
- No te preocupes, no te llevare a esa mansión, no me agrada en absoluto, lo único que me encanta de este lugar es esto- Se bajo del auto, que previamente había estacionado, y me abrió la puerta para ayudarme a bajar. Me tapo los ojos con las manos, como ya había hecho antes, y me empezó a empujar suavemente por un camino irregular. Comencé a sentir pasto sobre mis pies, y cuando nos detuvimos, el viento golpeaba en mi cara como una noche de invierno. Me saco la mano de los ojos, pero me encontraba de frente a el, que me miraba fijo. Me giro suavemente e inclino mi cabeza hacia arriba. Era hermoso, definitivamente nunca en mi vida había visto algo así. El cielo despojado de todo tipo de conexión por cables, libre de palos de luz, y de los faroles de las calles. Era un pequeño campo abierto, como si estuviésemos tocando las estrellas con los dedos.
- Amor…esto es…hermoso-
- Y todavía no has visto nada- Me encamino hacia delante, ya que yo seguía con la vista clavada en el cielo, tuvo que guiarme nuevamente. Más alejado todavía se encontraba un pequeño telescopio clavado en la tierra.
- Me lo regalo mi madre cuando era niño, y desde entonces, vengo cada fin de semana para observar el firmamento.
- No puedo creerlo. ¿Puedo ver?- Inquirí tiritando, ya que me encontraba sobre expuesta al frió

-Por supuesto, para ello te traje aquí, pero primero déjame darte esto- Me ofreció su campera. – No quiero que te congeles antes de comenzar- Coloco el abrigo de algodón sobre mis hombros y nos concentramos en mirar a través del telescopio.

lunes, 13 de abril de 2009

Capitulo XXI

Capitulo XXI: Decisión tomada

La familia de Jazz estuvo un largo tiempo insistiéndome para que me quede con ellos a cenar. Fue duro convencerlos y negarme a tan amable petición, pero mi amigo me comprendió cuando le dije que tenía muchas cosas por resolver y que además, mañana temprano volveríamos a grabar.
A lo que no me dieron oportunidad de negarme, fue sobre el medio de transporte que utilizaría para volver a mi casa, ni siquiera me preguntaron y para cuando me quise dar cuenta ya estaba dentro del coche de la familia con Jasper como conductor. Era increíble como todos mis amigos dominaban los vehículos sin ninguna dificultad y yo no había querido aprender, me asustaba el mundo que me rodeaba. Nunca había tenido buenos reflejos, y con un auto en mi poder, las cosas no cambiarían mucho.
El camino hasta mi casa fue bastante tranquilo. Me decidí a encender mi celular para verificar alguna llamada de mi madre o de mi amiga. Por el contrario, los únicos registros de mensajes eran de Emmett y Edward. Ambos estaban preocupados por mi, ya que me habían estado llamando y mi celular les había comunicado con el contestador, sin contar los correos de voz que ocupaban la parte superior de la pantalla. Jazz se reía al respecto y me jugaba bromas de mal gusto, pero debía reconocer que era con el único con el que no sentía ninguna presión.
Me dejo en la puerta de mi hogar. Por unos minutos dude acerca de la maniobra que realizo, ya que al subir tanto el coche a la entrada pensé que también me llevaría a mi habitación. Se rió bastante ante este comentario. Antes de que pudiera bajarme, me pregunto si quería que mañana me recogiera para ir al set, así no tendría que elegir entre mis dos pretendientes. Acepte sin duda alguna, era una buena excusa para no tener que lidiar con explicaciones incoherentes hacia el otro.
Volví a agradecerle por la charla de la tarde y entre en mi cuarto, definitivamente necesitaba pensar, cosa que hacia mucho que no practicaba. Las palabras de la madre de Jasper resonaban en mi cabeza constantemente, aunque realmente no sabía cuanto podrían ayudarme. Puse en práctica alguna de los consejos de mis viejas amigas y me senté en el escritorio con una hoja de papel por delante. Como titulo coloque EMMETT y luego por debajo y en dos columnas PRO y CONTRAS. Hice lo mismo en otra hoja, pero esta vez el titulo lo ocupaba EDWARD. Pensé que ellos haría mi trabajo mas fácil, pero luego de unos pocos minutos la lista de los contra se encontraba vacía, ya que no sabia que lugar ocuparía el hecho de que Ed fuese un vampiro.
Hice unos bollitos de papel con las hojas y los arroje a la basura, definitivamente no me habían ayudado en nada. Me recosté sobre la cama y acerque mi celular. El número de mi vampiro estaba primero en la lista que se encontraba en orden alfabético, mantuve apretado por unos instantes el botón con el teléfono en verde, y luego de un par de segundos un sonido de fondo me indico que pronto alguien me atendería. Como siempre sucede en mis conclusiones, me equivoque. El sonido de fondo no llego ni siquiera a sonar una vez, ya que apenas el contador inicio, una voz conocida me saludo con ímpetu.
- Bella, amor, ¿Cómo has estado? Has desaparecido este fin de semana, ¿Acaso no sabes lo duro que fue para mi tener que soportar tu ausencia?- Su voz sonaba tan desesperada que tenia ganas de salir corriendo y abrasarlo
- Lo siento tanto Ed, tuve una pequeña reunión familiar esta mañana y mi teléfono agoto sus reservas de batería- Odiaba tener que mentirle, pero igual tendría que usar la misma excusa con Em para no confundirme mañana a la hora de enfrentarlos personalmente.
- Oh, esta bien, no te preocupes, el solo hecho de saber que mañana veré tu dulce rostro hace que mi día vuelva a tener sentido- ¿Qué estaba haciendo? Realmente estaba demasiado loca como para tener que decidir entre ambos.
- Eres muy dulce, yo solo llamaba para decirte que todo esta bien, y que me encuentro en buen estado, solo para que no te preocupes-
- Me pides lo imposible- ¿Por qué me lo hacia mas difícil? - ¿Cómo esta Al, se encuentra bien?- Oh claro, mi amiga en una urgencia. En ese momento me recordaba cuando la odiaba por aquella interrupción.
- Si…emm…solo cosas de chicas…perdóname…pero no puedo contártelo- Me ruboricé. No sabia porque, pero la mención de esas palabras hacia que mi sangre fluya por mis mejillas.
- Esta bien cariño, no te preocupes-
- Bueno, debo colgar, mis reservas de crédito no abundan en estos momentos-
- Esta bien, supongo que te veré mañana, te quiero, demasiado, no lo olvides- Créeme no lo hago.
Colgué el teléfono antes de que las lágrimas brotaran de mis ojos.
La próxima llamada seria al prestador de servicios móviles para consultar cuanto tiempo me quedaba para la próxima llamada. Solo tenía unos pocos minutos disponibles, por lo que debía ser corta y concisa, sin olvidar que debía hacer de cuenta de que nada pasaba por mi cabeza y mucho menos por mi corazón. Con el dorso de mi mano seque las lágrimas y pulse el botón de inicio sobre el nombre de Emmett. Al contrario de la anterior, esta vez si sonó un par de veces.
- Bella, amor, te extrañaba demasiado, ¿Cómo te encuentras?- Sentí como si estuviese viviendo un Deja Vú.
- Bien Em, es solo que tuve una pequeña reunión familiar por la mañana, y mi celular no tenia suficiente batería como para llevarlo conmigo- Otra mentira mas
- Esta bien, no es un problema, todos tenemos obligaciones que cumplir, es solo que extrañaba tu voz- El era un poco mas permisivo, comprensivo.
- Estoy bien, en serio, no debes preocuparte, para eso te llame, además de que yo también te extrañaba- Un momento, ¿De donde había salido esa frase? Definitivamente no estaba entre mis planes de excusas, había atravesado mi garganta sin previo paso por mi razonamiento.
- Eres muy dulce, me vas a lograr ruborizar-
- Para mí ya es tarde si es por eso- Al pronunciarlo, mi sangre fluyo más aun por mi rostro.
- ¿Te veré mañana no?, ya es mucho tiempo alejados- Era ahora o nunca, debía actuar rápido, pero tenia que pensar muy bien en como decirle que…
- Si, hasta mañana. Nos vemos- Colgué rápidamente el teléfono otra vez.
Me había quedado pensando en las dos llamadas que había tenido, y en las personas que las recibían, cuando un extraño impulso controlo mi cuerpo.
Tome la tapa del pequeño móvil y la volví a abrir rápidamente, apreté el botón de llamadas recientes y volví a marcar.
- Hola, soy yo otra vez, ¿Que te parece si nos vemos en un rato, solo unos minutos?- Genial, eso no debía salir de mi boca, y mucho menos en una situación así, ¿Qué parte no entendió mi cerebro de la oración anterior?
- Oh Bells, me haces tan feliz, no esperaba que dijeras eso. En unos minutos paso por tu casa, hay algo que quiero mostrarte y estamos justo a tiempo- Sonaba tan entusiasmado, extrañaba con locura esa voz, por mas de que hacia instantes la había escuchado.
- No puedo esperar, te veré pronto. Adiós- Colgué el teléfono, al parecer, yo también sonaba igual.
No sabia exactamente lo que acababa de pasar, ni porque esas palabras se atropellaron por salir, aun cuando mi cabeza se los impedía. En esos momentos la madre de Jazz volvió a aparecer en escena. Ya sabia lo que sucedía, mi cabeza no quería aceptarlo, pero mi corazón al parecer había tomado una decisión, y me guste o no, debía lidiar con eso.
Tenía pocos respiros antes de que vinieran por mí, así que decidí tomar un baño rápido para luego poder cambiarme. No debí haber tardado mas de treinta minutos cuando ya estaba lista, y segundos mas tarde un vehiculo decoro la ventana de mi habitación con un juego de luces que entraba y creaba sombras extrañas contra la pared contraria. Baje a pique las escaleras procurando no caer, rápidamente escribí una nota para mis padres, que entre paréntesis, no sabia donde se encontraban. Atravesé la puerta en unos pocos minutos, no hubo necesidad de que la bocina sonara.
La noche estaba por caer afuera, pero aun quedaban los últimos rayos del atardecer. Un Clío adornaba la entrada y en el, un chico bastante corpulento me sonreía a través del vidrio. Con la sonrisa en mis labios y mi corazón latiendo fuera de mi pecho, abrí la puerta del acompañante y me senté a su lado. Cerré con un suave golpe y me abalancé sobre él. Minutos antes haba estado pensando acerca de cómo saludarlo, había llegado a la conclusión de que un calido beso en las mejillas y un fuerte abrazo serian lo indicado, pero en ese momento los conceptos se invirtieron y mis labios presionaron los suyos con fiereza. Luego de los pocos minutos que duro el encuentro, tuvo que desprenderse de mis brazos, ya que lo había encadenado a mi cuerpo.
- Pensé que estaba loco por extrañarte tanto, pero me doy cuenta de que tu sientes lo mismo- La voz de Emmett sonaba en mis oídos otra vez, al parecer a mi corazón también le gustaba eso, ya que me lo hizo notar con una gran carrera de golpes.
- Es solo que…Nose, tenia que verte, no podía esperar a mañana, actué sin pensarlo dos veces- Sonaba acelerada, como si mi vida dependiera de eso.
- Debo confesarte que me agradan tus impulsos, debes actuar así mas seguido, y de seguro te estaré eternamente agradeci…- No lo deje continuar, ya que algo domino mi corazón otra vez, lo tome entre mis brazos y volví a besarlo, esta vez con mayor fuerza que la anterior.
Tardo un largo rato en desprenderse, y utilizo como excusa el hecho de que todavía nos hallábamos en la entrada de mi casa.
- Tendremos tiempo para impulsos después, ahora hay algo que debo mostrarte- Logro que mis mejillas se tornaran bordo, puso en marcha el auto, y nos dirigimos al horizonte.

viernes, 10 de abril de 2009

Capitulo XX

Capitulo XX: Visiones del futuro

En esos momentos deseaba más que nunca, no haber acudido a aquél casting.
Estábamos en el comedor, los platos estaban dispuestos sobre una mesa de madera que ocupaba el centro de la habitación. Uno de los ventanales le daba una gran iluminación, y en frente la televisión prendida susurraba. No me había dado cuenta hasta ese momento, que Jazz tenia un hermano, estaba sentado frente a nosotros, ocupando el lugar del cuarto plato.
- Jazz, lo siento tanto, me olvide de la hora que era, no quiero incomodarlos, volveré mas tarde...- Estaba a punto de darme vuelta y huir de aquella interrupción familiar.
- Bella, ya basta, te he dicho mil veces que no eres molesta, ahora por favor...- No pude terminar de escuchar su petición ya que una mujer de tez clara y cabellos rubios entro en la sala. Supuse que debería de ser su madre, ya que el parecido entre ambos era sorprendente. Al verme, sus labios se inclinaron mostrando una sonrisa, por lo menos disminuía mi incomodidad.
- Mama, ella es...- Me miro inconcluso, como queriendo adivinar lo imposible
- Bella, es decir, Soledad, lo siento- Le devolví la sonrisa tímidamente
- Encantada de conocerte Bella -Me guiño uno de sus hermosos ojos claros, esa mujer parecía sacada de una revista de modas. -Tomas...es decir Jasper- me volvió a sonreír -me ha hablado mucho de ustedes -
- Con que Tomas eh- Le pegue un codazo amistoso a mi amigo
- No te molestes Sole- me devolvió el golpecito- Prefiero Jasper- la sonrisa era idéntica a la de su madre
- Espero que te gusten las pastas Bella, no quiero ni pensar en que no nos vas a acompañar en el almuerzo- Mire a Jazz de reojo solicitándole una respuesta para darle a su madre
- Si mama, le encantan- Y me llevo a la cocina para recoger un nuevo plato.
La familia de mi amigo era muy similar a las que suelen aparecer en las películas. El padre, según había entendido, trabajaba en una firma de abogados y la hermosa mujer que era su madre, en un estudio contable. El hermano menor era parecido a uno de esos chicos tímidos, que cuando uno les da confianza, hablan hasta por los codos. Realmente eran una familia muy unida y disfrutaban cada minuto que tenían juntos. Hacia rato que esa escena no s veía en mi hogar.
El almuerzo estuvo más que exquisito, además de hermosa, la madre de Jazz era muy buena cocinera. Los minutos pasaban en carrera contra el reloj gracias a la buena compañía. Ya no tenia ese sentimiento de incomodidad que me hacia mirar la hora cada pocos minutos. Una vez acabado el almuerzo, el padre y el hermano se levantaron de sus asientos, Jasper comenzó a levantar los platos y la madre se dirigía a la cocina. Me levante con ellos y ayude a mi amigo con la vajilla, para luego dirigirme a la cocina y terminar. Ya que les había caído de sorpresa, me sentía en obligación de ayudar. Ambos se negaron un par de veces, pero les gane por cansancio y cedieron ante mi persistencia.
Una vez terminados los quehaceres, nos dimos cuenta de que el sol se había ocultado tras una nube, por lo que decidimos comenzar nuestra caminata hacia el exterior. Antes de cruzar el ventanal tomo de una mesita un pequeño anotador con una pluma enganchada en el, no tenia idea de cual seria su destino, pero tendría tiempo de averiguarlo.
Una vez fuera, nos dirigimos hacia una mesa bajo una gran sombrilla que nos protegía de la resolana de la tarde. Me ofreció una silla y el se sentó a mi lado.
- Muy bien Srita Swan, cuénteme que la trae por aquí- Me hizo una mueca divertida y comenzó a garabatear la hoja. Ya sabia para que la había traído con el. – No, en serio Bells, ¿Qué ocurre?-
No sabía por donde comenzar, y debía reconocer que al momento de que mis palabras salieran, me sentía un poco avergonzada.
- Es…un poco…difícil…no se por donde comenzar- De a ratos mis voz se tornaba inteligible.
- Para algo viniste aquí, debes de sentirte segura, o hubieses preferido a Alice- Me sonrió con cara de cómplice. – No voy a juzgarte, solo quiero que me cuentes que es lo que te esta pasando-
- Vine aquí porque eres el único ajeno al tema, y en cuanto a Al, digamos que ella tiene ciertas preferencias, y será obvia su respuesta- A medida que mis palabras salían, su rostro se tornaba mas y mas confuso.
- Seguiré estando ajeno hasta que te decidas a comenzar Bells, ojala pudiera leer tu mente- Y luego lanzo una pequeña carcajada
- Puedes intentar calmar mi animo, eso seria realmente bueno…o quizá…me encantaría poder ver mi futuro ahora- Le guiñe el ojo para que se calmara un poco y me diera tiempo a comenzar. – Tengo que tomar una decisión, y realmente nose que demonios hacer con mi vida!- Se sobresalto ante mi tono de voz
- Tranquila amiga, no voy a hacerte daño, si no quieres contarme lo comprendo, pero no podré ayudarte a conocer tu futuro-
- Veras, Emmett…y Edward…ellos están…ellos…yo…están enamorados de mi!- Salto de su silla tan de golpe que casi se cae de espaldas.
- Oh…bueno, de Emmett era predecible, debías estar muy ciega para no darte cuenta Bells, pero de Edward…eso si que es nuevo…no me lo imaginaba sintiendo cosas por alguien, ni siquiera estaba seguro de que pudiera hablar- Intento disimular la sonrisa que se había formado en su rostro.
- Vamos Jazz, esto es importante, o por lo menos para mi. Realmente no se que hacer…-
- Bella, voy a decirte algo, no quiero que lo tomes a mal, es solo una conclusión a la que he llegado- Lo mire atónita.- Por algo realizaste el casting verdad? Eres realmente fanática tanto del libro como de la película?-
- Si, pero no comprendo a donde quieres llegar-
- Recuerdas algunos de los diálogos?- Intentaba sacarme respuestas a los tirones.
- Los recuerdo todos y cada uno de ellos, pero sigo sin entender-
- Muy bien, pues ahora escúchame, recuerda por un momento la escena en la cual estamos en el hotel, cuando Alice tiene una de sus visiones- Intente revolver en mi mente hasta hallar las palabras perfectas.
- No comprendo, que tiene que ver eso en todo esto?-
- Recuerdas que tu preguntaste cuan acertado era el futuro, ya que Ed te había comentado que las visiones no siempre eran acertadas- Me causaba gracia como me mencionaba a mi haciendo referencia a Bella. Mi mente me guiaba en el tiempo, pero aun no encontraba el parecido con mi problema. – Pues bien, en este caso las cosas son parecidas, nadie puede saber tu futuro exacto, ya que tú puedes cambiarlo con solo un pensamiento. Me comprendes?-
- Perdona Jazz, pero realmente no entiendo nada-
- Bells, si tu eliges quedarte con Emmett, tu futuro seguirá con el hasta que el tiempo lo decida, al igual que con Edward, pero hasta que no decidas con quien quedarte, tu futuro es tan incierto como tu mente-
- Quieres decir que…?- Lo mire intrigada
- Quiero decir que hasta que tú no decidas con quien quedarte, nadie más que tú misma podrá saber tu futuro- Ahora si entendía al punto al cual quería llegar, me explicaba que al igual que las visiones de Alice, mi destino seria incierto hasta que la decisión tomada no sea definitiva.
- Ahora comprendo, pero igual…¿En que me ayuda eso?-
- Nadie dijo que te ayuda, tu pediste saber tu destino y yo te lo di- Me dedico media sonrisa.
- Vamos Jazz, necesito ayuda, realmente no se que hacer- No podía contarle en realidad el dilema que acarreaba mi decisión, el no sabia que Edward realmente era un vampiro, y yo no podía creerlo todavía.
- Bells, en estas cosas yo no puedo mas que aconsejarte, no puedo decidir por ti. Si me dieras a elegir, yo me quedaría con Em, debes saber que el realmente esta muerto por ti, y lo demuestra mucho, aunque tu seas tan ciega que no lo viste antes; pero no conozco a Edward lo suficiente como para decirte que es un mal chico, tu eres la protagonista en esto y no tienes dobles, las escenas de riesgo son todas tuyas- Baje mi cabeza entre mis piernas, lo único que necesitaba era una respuesta, una elección.
Las lágrimas comenzaron a caer tan fuerte que no pude controlarlas, y tampoco pude evitar que mi amigo lo notara. Se acerco lentamente a mí y con sus manos tibias levanto mi barbilla de entre las piernas.
- Bells, por favor, no me hagas esto. Eres mi amiga y no puedo verte así, sabes que si pudiera ayudarte lo haría, pero no puedo vivir tu vida- Me abrazo a modo de contención.
- Ya lo se Jazz, es solo que todo esto me tiene muy mal, de veras- Seguí llorando hasta que mi cuerpo quedo deshidratado.
Luego de un par de minutos, el ventanal de vidrio que daba al interior de la casa se abrió lentamente, y la madre de Jazz se acerco a mí al verme en tan deplorable estado.
- Sole, cariño, que es lo que tienes? Estas bien?- Miro a su hijo como pidiéndole respuestas.
- Estoy bien…no es nada…problemas de adolescentes- Intente dedicarle una sonrisa.
- Tomi, hijo, podrías traerle un vaso con agua, a menos que quieras que se deshidrate- No sabia porque hacia eso, podría ir ella misma por agua.
- Mira Bells- Se ruborizo al llamarme así. – Se por lo que estas pasando, y solo puedo decirte una cosa, tienes que ver quien es realmente el que daría todo por ti, el que se jugaría la vida con tal de tenerte a su lado y ver que es lo que tu sientes por ellos, no debes tomar las decisiones por los demás- Por alguna extraña razón sus palabras me resultaron muy intrigantes.
- No comprendo…- No era raro en mí
- Solo digo que te fijes por quien late tu corazón- Cuando termino de hablar, Jazz ya estaba a nuestro lado con un vaso de agua, su madre se levanto de la silla y se encamino hacia la casa nuevamente.
- Gracias- le susurre antes de que abandonara el perímetro
- No tienes porque- Y se alejo dejándonos solos nuevamente en el patio.
- Gracias a ti también Jazz, realmente eres un buen amigo- Me abalance sobre el con tanta fuerza que casi derramo el vaso sobre su remera.
- De nada Bells, sabes que puedes contar conmigo, y que no tienes que preocuparte por mi, mi corazón te quiere como una muy buena amiga- Me sonrió y logro que mis mejillas se ruborizaran.

martes, 7 de abril de 2009

Capitulo XIX

Capitulo XIX: Dos corazónes al precio de uno

Aquel fue uno de esos momentos que por más que duren apenas unos pocos minutos, marcan tu vida. Lo ultimo que recordaba eran los labios de Emmett sobre los míos presionando con fuerza. Mi cabeza me indicaba que corra, que aleje mi boca de aquella que no era la de Edward, que salga corriendo de aquél lugar, pero por otro lado, al mismo tiempo, mi corazón latía más y más fuerte, se me había acelerado el pulso y sentía que mi pecho se expandía mas allá de mi ropa. No me negué al beso, eso era ya más que una certeza, nunca me imagine que a mi corazón de esa forma, estaba desaforado. Era feliz, y no tenía intenciones de deshacer ese sentimiento.
Mientras mis órganos se debatían acerca de mi vida, yo me perdía en los suaves brazos de Em que me sujetaban a el como impidiéndome salir. Había perdido la conciencia, no sabia ni el lugar ni el tiempo en el cual me hallaba, lo único que mi mente me hacia saber, era que los brazos que me arropaban eran los de Emmett y que no estaba de acuerdo con la idea, pero mi corazón silenciaba esos pensamientos con sus latidos ensordecedores. Algo me saco de mis divagaciones, y era que mis labios ya no estaban presionados a los suyos, cuando reaccione nuevamente, tenia sus hermosos ojos iluminados clavados en mis míos.
- Bella, no sabes lo feliz que me haces- Me susurro mientras me alzaba unos pocos centímetros en el aire.
No sabia que decir, que hacer, y mucho menos que responder.
- Em...ya...es tarde...puedes, nose, tal vez...llevarme...a casa- Las palabras salieron tartamudas de mi boca.
- Claro amor, seguro- Y volvió a besar mis labios. Genial, ahora era el amor de dos personas, pero mi corazón seguía debatiendo por ambos.
Me tomo la mano, con la otra recogió el oso con el ramo y me lo entrego.
- Para que no te olvides-
- Créeme, no lo haré-
Me condujo hacia la puerta de salida, y luego hacia el elevador. Pensé que oprimiría el botón de planta baja, pero para mi sorpresa, seguimos bajando.
Allí, en ese oscuro subsuelo, las llantas plateadas del Clío de Em brillaban gloriosas. Nada en ese momento atraía mi atención, lo único que quería era irme a casa y esconderme bajo las frazadas para siempre, pero sabía que eso era casi imposible.
Una vez dentro del auto, abroche mi cinturón y me limite a mirar por la ventana, pero sabía que aquella paz no duraría mucho.
- Bells, ¿Que es lo que te ocurre? No has dicho palabra alguna, y estoy dudando sobre tu comportamiento, ¿Estas enfadada conmigo verdad?- ¿Porque motivo hacia sufrir a las personas que quería? Su voz sonaba acompañada de un nudo en la garganta.
- No Em, no estoy enojada...es solo que...necesito pensar- Esas palabras las había oído de boca de todo el mundo, pero nunca pensé que las oiría también de la mía. Intentaba no sonar muy dura, por lo que a medida que hablaba, procesaba cada letra.
- Amor... ¿No te molesta verdad?, Es decir, que te llame así-
- No lo se, continua-
- Eres demasiado importante como para permitirme perderte, te daré todo el tiempo que necesites y lo sabes muy bien, no voy a presionarte a nada, no quiero que tomes una mala decisión- Mientras se concentraba en el camino, me miraba de reojo.
No seguí hablando, necesitaba paz mental, eso era todo.
Durante el viaje respeto mi silencio y solo me sonreía de ves en cuando. Puso un poco de música y dejo que el tiempo transcurriera. Esta vez fui yo la que rompió el silencio.
- Em, ¿En que piensas?- intentaba sonar amable
- ¿De veras quieres saberlo?-
- ¿Estoy a tiempo de arrepentirme?- Curve mis labios hacia las comisuras creando una símil sonrisa.
- Pienso en ti, eso es predecible, en que es lo que sientes, en cual será tu decisión, en Edward, en mi, en todo lo que puede cambiar mi futuro con solo unas pocas palabras- Lo mire fijo por un tiempo y luego tome su mano sin quitarla de los cambios
-Te quiero, eso es todo lo que y lo que siento, pero es verdad que Edward también esta en mi vida, por eso necesito pensar-
- Gracias, pensé que nunca oiría eso- Después de su frase, ninguno de los dos volvió a hablar.
Luego de unas calles, aparco el coche en la entrada de mi casa, abrió la puerta de su lado y bajo hasta llegar a la mía. La abrió con delicadeza y m tendió la mano. Mi cuerpo temblaba ante su rose, me abrazo con pasión y selló mis labios con un rápido beso, pero antes de que pudiera despegarse, con mis manos lo empuje hacia mi. Al parecer, el rostro se le ilumino. Agarre mi oso y me encamine a la puerta de mi hogar.
Ya situada detrás de la entrada, agite mi mano libre y cerré de un portazo. Corrí escaleras arriba para asomarme todavía a oscuras a la ventana, el auto aun seguí allí. Prendí la luz y el puso en marcha el vehiculo. Desapareció tan rápido, que al parpadear, ya no estaba.
La paz reinaba en mi habitación, al fin, eso era lo que necesitaba. Me coloque el pijama y entre en las sabanas. A pesar de que era demasiado tarde, mis parpados no cedían. AL pie del colchón se encontraban los dos osos compitiendo por espacio, y en la mesa de noche, un jarrón con el enorme ramo.
Recordé que en mi bolso yacía mi celular, por lo que me levante y fui hacia el. Encontrarlo fue bastante difícil, pero después de varios intentos saque el pequeño aparatito fuera de la cartera. Mantuve presionada la tecla de desbloquear, y allí se encontraban en forma decorativa, los mensajes que llenaban mi casilla. Los primeros tres o cuatro eran de Edward, preguntándome que le había pasado a Alice, y si ella se encontraba bien. Como nunca recibió respuesta, me envió otro diciendo que debía ser algo grave, tal como “algo de chicas” y que me llamaría mas tarde, o quizás por la mañana del domingo. El par que seguía eran de mi amiga, queriendo saber todos los detalles de la cena con Em, y que –al igual que Edward- me llamaría más tarde. El ultimo era de mi madre, preguntando por mi existencia, y que suponía que me quedaría a dormir en lo de Al. Tenia varias llamadas perdidas también, luego le diría que me había quedado sin batería. Cuando estuve a punto de dejarlo sobre el suelo para poder dormir, el último par de mensajes llegaban a destino. “Buenas noches amor, que descanses. Hablamos mañana” Uno era de Emmett, y el gemelo idéntico, de Edward. Me estaba volviendo loca. Deje todo en su lugar y me recosté con la almohada por sobre mi cabeza, lo único que deseaba, era descansar.
La noche estuvo llena de sueños y pesadillas que inundaban mi mente sin descanso, a pesar de eso, me levante al mediodía. Los rayos de sol entraban sin permiso por la ventana, y el reloj despertador marcaba las once. Tome mi teléfono del suelo, y para mi sorpresa, estaba completamente ocupado por llamadas y mensajes. No conteste ninguno, no quería hacerlo, solo necesitaba desahogarme con alguien que me entienda, y que no intente unirme en matrimonio con mi amigo, por lo que Alice quedaba descartada de la lista.
Cuando la idea se me cruzo por la cabeza, salte de la cama y elegí de mi ropero algunas ropas cómodas para pasar una tarde relajada. Baje las escaleras a pique. Mi madre estaba sentada en una de las sillas del comedor leyendo una revista, era el único día en el cual mi casa estaba habitada, pero yo no estaba lista para presenciar a las multitudes.
- Mama, voy a salir con los chicos del estudio, vuelvo a la tarde, no me extrañes- No le di tiempo a pronunciar respuesta, ya que había salido en tiempo record.
El sol no estaba muy fuerte como para poder caminar a paso lento, pero igual, decidí ir por la vereda de la poca sombra que adorna el mediodía. El camino me lo sabia de memoria por las veces que lo había transitado en coche. Sabía exactamente en que calles doblar, y en cuales seguir derecho.
La caminata me hacia bien, me despejaba la mente, y dejaba mis prioridades claras, bueno, casi claras. No me molestaba ir a pie, no había sacado el registro del auto, y tampoco tenia intenciones de hacerlo, era feliz en mi vida de peatón.
Los minutos transcurrieron lentamente mientras iba mirando la numeración de las casas, hasta que finalmente encontré mi destino. Era una casa a mitad de manzana, el porche estaba adornado con dos altos faroles negros y la entrada estaba encaminada con flores de perfecta simetría. Había unas rejas negras que dejaban al descubierto el espacio entre la puerta y la casa. No había notado esto las veces anteriores.
Antes de tocar timbre, saque mi teléfono del bolso y lo apague cuidadosamente para que nadie interrumpiera mi despejada charla. Necesitaba de alguien que me entendiera, que me escuchara, alguien a quien le importe, pero no de modo amoroso, sino simplemente una importancia de amistad.
Con uno de mis largos y finos dedos presione el botón del portero, dentro de la casa se pudo oír el sonido que produjo el timbre ante mi visita. Dos grandes ventanales adornaban los laterales de la puerta, y la ventana de uno de ellos se corrió dejando a la luz un cuerpo conocido.
Me dedico una gran sonrisa y volvió a cerrar la cortina, para inmediatamente abrir la puerta. A medida que se acercaba hasta las rejas, me regalaba una de esas sonrisas sin compromiso que tanto extrañaba. Me sentía incomoda, pero el simplemente me demostró que no debía estarlo, que era mi amigo, y que confiara en el.
- Bella, que hermosa sorpresa verte por acá!- A medida que abría la puerta de barrotes, me invitaba a pasar con un calido beso en la mejilla. - ¿Qué haces por aquí?
- Espero que no te moleste, pero necesito hablar con alguien y eres el único que me entiende Jazz. El único que me quiere como amigo, y con el que no tengo que cuidar mis acciones- Mi respuesta lo tomo desprevenido, cerró la reja y me invito a caminar.
- Pasa Bells, tienes mucho que contarme, y el sol nos rajara la piel-
- Espero que no te halla molestado que venga-
- No digas tonterías, a mis padres les encantara conocer a alguien del set. Hablo siempre de ustedes, y ya me venían obligando a montar una fiesta para conocerlos- Me sonrió alegremente.
- Gracias Jazz. No te imaginas cuanto necesitaba esto- Me dio un abrazo y me encamino hacia el comedor.

domingo, 5 de abril de 2009

Capitulo XVIII

Capitulo XVIII: A la luz de las velas

Debía admitirlo, en esos momentos Alice más que mi amiga se había convertido en la cómplice de Em. No podía creer como me había sacado tan urgentemente de mi día con Edward, para llevarme a una cita cuyo protagonista era Emmett. Estaba demasiado enfadada con todos como para poder darme cuenta de donde estaba en realidad, tenia ganas de darme la vuelta y salir corriendo de allí, pero por otro lado, debía admitir que la idea sorpresa de mi antes hermanito me intrigaba bastante.
- Gracias por venir Bells, cuando Alice me mando el mensaje de texto, pensé que esto acabaría antes de comenzar- Me sonrió de una manera que me obnubiló por completo. Su rostro era de una cierta manera demasiado angelical para el resto de su corpulenta contextura. Los mechones de pelo de color indefinido que caían en frente de sus ojos le daban un aspecto bastante atractivo.
Llevaba puestos unos jeans azul oscuro con los detalles de las costuras en blanco, la camisa medio salida por un costado color negro, creaban un aspecto muy elegante sport, ni muy elegante, ni demasiado casual. Era perfecto. Todo. La seda de su prenda posterior brillaba sobre su pálida piel, no tanto como la de Edward, pero el sol tampoco lo había favorecido mucho. En su mano descansaba una pequeña rosa blanca que hacia juego con las costuras.
Me tomo de la mano y beso mi mejilla invitándome a entrar. No podía creerlo, en mi mente no había palabra alguna que se adecuara para definir el sitio en el cual me encontraba.
Al cruzar el umbral de la puerta quedamos acorralados en un pasillo infinito, no podía divisar que había al fondo. Las paredes estaban pintadas de un color tostado con decoraciones en relieve que le daban aspecto de un antiguo palacio. Sobre mi derecha, casi a escasos centímetros de la entrada, había una arcada del tamaño del garaje de Alice. No llegue a divisar lo que había dentro ya que Em me guió por el pasillo. Estaba tan asombrada que no podía pronunciar palabra, y él pareció notarlo.
- Bella, ¿Estas bien? No has dicho nada desde que bajaste del elevador, ¿No te gusta el lugar?- Creo que Emmett realmente estaba loco, a que persona sobre la tierra no le llamaría la atención semejante cuarto de hotel.
- Si...estoy bien...es solo que...no entiendo porque me has traído aquí- Me miro demasiado confundido, como si algo faltara.
- Es verdad, aun no sabes nada. No confiaba en Alice, en que guardar el secreto, pero le debo una, porque al parecer ha hecho muy bien su trabajo- Me mostró una sonrisa. Yo seguía confundida.
Coloco su mano sobre mi espalda y lentamente comenzó a empujarme a través de la abertura que se encontraba al final del pasillo. Parecía una sala de estar, pero una demasiado grande, ya que el tamaño de aquella habitación era de las mismas dimensiones de mi casa completa. La luna estaba tatuada en cada uno de los ventanales que se hallaban allí, y la luz que proyectaba casi me hace derramar lagrimas. Antes de que pudiera seguir observando, Em me giro sobre mi eje y me enfrento a su rostro. Era increíble como el color de sus ojos cambiaban según la intensidad de la iluminación. Saco del bolsillo de su pantalón un largo trozo de tela de seda roja y lo coloco alrededor de mis ojos.
- Tranquila, juro que no te tirare por la ventana- Supongo que luego de eso se rió, ya que para ese momento no podía ver nada mas.
Me volvió a girar colocándome de espaldas a su rostro y con suaves empujones me fue encaminando hacia algún lugar.
El trayecto pareció infinito, pero a medida que avanzábamos, nuevos aromas inundaban mi olfato. Cerca de los primeros pasos, distinguí lo que supongo era fragancia a vainilla, luego, a medida que seguíamos caminando, se mezclaba con el fuerte aroma de las rosas. Estaba tan concentrada explorando mis sentidos, que no me percate de que nos habíamos detenido. Una caricia se amoldo a mis mejillas y fue subiendo hasta quitarme la venda de los ojos.
- Oh...Dios...Mío!- Fue todo lo que pude pronunciar en ese momento.
- ¿Te gusta?-
- ¿Gustarme? Acaso estas demente!...Esto es sin dudas bellísimo! Emmett no deberías...- Me tapo la boca con uno de sus calidos dedos.
- Shhh...Tú te mereces esto y mucho mas- Era mentira, nadie en el mundo podría merecer aquello.
Ante mis ojos se hallaba una mesa cuadrada revestida con un mantel de la misma tela y color del pañuelo. Sobre ella, la vajilla de cristalería fina ocupaba el lugar predeterminado como en un restaurante costoso y exclusivo. Un plato de un color plata se situaba primero sobre la mesa, y arriba de este, otro más pequeño pero de porcelana blanca con los bordes en oro. Había dos, uno en frente del otro, haciendo par con as sillas que se encontraban detrás. Del lado derecho de ambos platos, estaban colocados los tenedores de metal pulido y por el lado izquierdo, los cuchillos. En frente, una pequeña cuchara de postre que hacia juego con otro tenedor igual de diminuto. En forma de pirámide, es decir, de mayor a menos, se disponían tres copas brillantes y en medio de la mesa, un ramo de rosas blancas.
Em se paro detrás de una de las sillas y la inclino hacia atrás.
- Madame- E hizo un gesto para invitarme a sentar. Con pasos torpes y dudosos me coloque en mi lugar, mirando fijamente cada detalle.
- Ya regreso Bells, es solo un segundo- Desapareció de mi vista y se perdió en otra parte de la sala de estar. A pesar de que había mirado todo lo que se hallaba a mí alrededor, no dejaba de sorprenderme aun más. Pocos minutos transcurrieron hasta que un pequeño carrito entro a escena, detrás, estaba Em empujándolo suavemente. Sobre aquél transporte se hallaban tres fuentes tapadas, eran iguales a las que los mozos traían en las películas cuando los personajes cenaban en un fino restaurante. Mi anfitrión destapo la primera y sirvió una porción en mi plato, y luego en el suyo. No le preste atención a l comida, ya que nunca en mi vida había probado algo así, por lo que me limite a mirar con deseos de alimentarme.
- Espero que te guste, Alice insistió en que todo debía ser perfecto y ella eligió el menú- ¿Un minuto? ¿Que tenía que ver mi antes mejor amiga en esto?
- ¿Alice?- Lo mire fijo, para que no evadiera mi pregunta.
Volvió a tapar la fuente y se sentó en su silla, justo enfrente de mí. Por más que las rosas estaban en el centro, no impedían nuestra visión.
- Fue mía la idea de todo esto, pero ella quería supervisar cada detalle. Este lugar no es uno de mis preferidos, me hubiese gustado que cenáramos en mi departamento, pero cuando tu amiga lo vio, no me dejo otra opción-
- Em, no entiendo nada, que tiene que ver Alice, por favor, explícate mejor- Mientras hablaba me limite a probar aquella extravagancia, debía reconocerlo, estaba delicioso fuese lo que fuese.
- Este... bien, es una historia larga, pero creo que entenderás. Ayer, cuando te fuiste con Edward en su coche, yo debía llevar a Alice a su hogar, pero antes debía hacer una parada. Ella no pregunto mucho, ya que estaba medio dormida. En un momento le pregunte si no te molestaría que te invitara a cenar, y sus ojos se abrieron de par en par y el sueño quedo atrás. Luego de eso, el viaje se convirtió en la fantasía de una weding planner, solo que sin novios.
> Le mencione la idea de llevarte a mi departamento, yo cocinaría y arreglaría todo, tal y como vez aquí, solo que seria menos extravagante, algo mas casual. Estaba completamente de acuerdo, tomo una hoja de su bolso y comenzó a hacer anotaciones de la cosas que no deberían faltar. Luego de unos minutos estacione mi auto frente al hotel en el que te encuentras y la mandíbula de AL cayo al suelo. Antes de que pudiera explicarle algo, estaba fuera del auto abriendo mi puerta, fue demasiado cómico, de veras- Prestaba atención a todo lo que decía, pero igual seguía sin comprender, por lo que seguí comiendo y escuchando atentamente.
- Le explique que esta habitación es de mis padres, solo que no se encuentran en el país por razones laborales, e insistió en conocer el piso. Cuando entro sus ojos se iluminaron como la luna de esta noche. Enseguida saco la lista de su bolso y con una gran X tacho todos aquellos elementos. Supuse que al ver este lugar, la cena pasaría de ser algo casual, a algo verdaderamente elegante. Debo confesarte que le encuentro cierto parecido a tu amiga con la Alice verdadera- Reí ante ese comentario, ya que yo también lo creía así.
- Enseguida acomodo todo en su mente y diagramo el lugar. Esta mañana me despertó demasiado temprano con una llamada, y me dijo que me prepare para salir de compras. Recorrimos todos los bazares de la cuidad, te lo juro, hasta que encontró todo lo que deseaba. Hubiese querido que sea mas participación mía, pero no me dejo aportar ni un detalle, gracias al cielo me dejo escoger mi ropa.
>Ese es el motivo por el que te encuentras aquí, secuestrada por un chico que te quiere demasiado- Eso era mas que obvio
- Eres increíble, dejarte llevar por Alice de esa manera y hacer todo esto por mi, realmente eres maravilloso.
Me levante de mi silla y me acerque a la suya para rodearlo con mis brazos, el hizo lo mismo.
La velada se paso tranquila, el primer plato y el postre, eran igual de desconocidos que la entrada, pero igual de apetitosos. No paramos de hablar un minuto, y con cada palabra, me asombraba lo parecidos que éramos y los gustos que teníamos en común. Odiaba pensar eso, pero con Em me sentía mas cómoda que con Edward, no debía privarme de nada, y tampoco sentiría culpa ante cualquier inconveniente. Aparte esa idea de mi mente tan rápido como llego, no me podía permitir eso.
Luego de unos minutos luego de acabar la cena, Emmett se levanto de su sitio y llevo el carrito de vuelta hacia su lugar de aparición.
Tan pronto como se fue, sonó el timbre en aquél departamento lujoso.
- Bells, me harías el favor de abrir, estoy un poco ocupado aquí- La voz de Em sonó desde el fondo de la sala. Después de todo lo que había echo por mi, abrir la puerta no era nada.
- Claro, no te preocupes- Me levante de mi asiento y me enfile hacia la puerta, casi me pierdo en el camino, hasta que divise algo conocido a lo lejos, aquella arcada que había visto en la entrada. La crucé rápidamente y coloque mi mano en el picaporte. Lo gire lentamente y abrí la puerta.
- Emmett! Juro que voy a matarte! Lo juro por lo que mas quiero!- Mi voz salio a los gritos de mi garganta, no me había imaginado el potencial que tenia.
Frente a mi se hallaba un oso muchísimo mas grande del que se encontraba en mi habitación en estos momentos con un ramo gigante de rosas blancas y rojas apoyadas sobre su pecho. Era increíble como las rojas creaban el contorno de un corazón con el fondo blanco. Todo una obra de arte.
Lo recogí cuidadosamente del suelo, y me dirigí nuevamente hacia el interior de la sala. Coloque el oso en un sillón tapizado y me acerque a las rosas para sentir su perfume. Luego me acorde que tenia algo mas importante que hacer. Fui corriendo hacia donde había salido la voz de Em. Se encontraba en una especie de cocina, acomodando todas las fuentes en un fregadero. Cuando poso su vista en mi, empezó a correr a través de las puertas y arcadas de aquella casa majestuosa. Corrí tras el todo lo que pude, pero debía reconocer que no era muy buena en eso. Luego de varios minutos de persecución, lo perdí de vista. Debía estar escondido en algún sitio, porque sabia lo que haría con el. Empecé a frenar el paso, hasta que me quede estática en algún sitio de aquella casa. Escuché un ruido por detrás, pero no me dio tiempo a girarme, ya que Emmett lo hizo por mí y poso en mis labios los suyos.

sábado, 4 de abril de 2009

Capitulo XVII

Capitulo XVII: Al caer la noche

Ya en el interior del vehiculo, le pedí a Edward que no arrancara, no quería irme de ese lugar, no quería que mi mente se olvidara de esa velada mágica que había vivido junto a mi vampiro de ensueños.
- Por favor amor, no arranques, no quiero irme aun- Le suplique apenada
- Que pasa?, Has olvidado algo dentro?-
-Si, pero no creo que lo vuelva a recuperar- Clave mis ojos en los suyos
- Que has perdido?- No sonaba interesado, me contestaba por no dejar que hable sola
- Tu confianza en mi, y no creo que la vuelva a recuperar- Soltó el volante del auto aun estancado y se abalanzo sobre mi para cubrirme en un abrazo.
- Amor, mi confianza en ti nunca se perdió, supe lo que ibas a hacer desde el momento en el cual vendaste mis ojos, pero yo tampoco me resistí, al parecer todavía no me controlo lo suficiente. Eres tu la que debería haber perdido la confianza...- No lo deje terminar de hablar, ya que acomode mi cabeza entre su pecho y se silencio al instante.
- Te amo, eres todo para mí, y no quiero perderte-
- Tranquila amor, no lo harás- Un segundo después me beso la frente y me devolvió a mi asiento para poder comenzar a conducir. Teníamos que llegar a casa de Alice lo más pronto posible, y por la manera en la cual supuse que conducía, no iba a ser un problema.
- Podemos volver otro día? Todavía necesito mas respuestas, y ese lugar es muy hermoso, y fue maravilloso que lo hayas compartido conmigo- Cuando termine de susurrar, me di cuenta que me había perdido la mitad de una historia en la cual estaba demasiado interesada.
- Podemos volver mañana si quieres, o cuando lo desees. Este lugar es tan tuyo como mío- Coloco su mano de hielo sobre la mía y siguió conduciendo en silencio.
El camino se hizo más corto que a la ida. Siempre es así. Al comienzo del día estaba intrigada por conocer a donde me llevaría Ed, pero ahora que tenia que despedirme de el, parecía que el tiempo me jugaba en contra. Al cabo de unos pocos minutos estábamos ya en zona urbana, conocía el camino casi de memoria por las veces que Emmett nos había llevado a casa, primero a Al, y luego a mi. El hogar de mi amiga se diviso muy deprisa.
- Amor, ve mas despacio, no quiero despedirme de ti- Casi piso el freno en un impulso, pero no quería morir en un accidente de auto, por lo que me limite a solo mirarlo fijo.
- Alice sonaba muy urgente cariño, no podemos hacerla esperar, mira si algo grave…- No quise seguir escuchando, por lo que tape mis oídos con las manos y empecé a tararear. Unos minutos después vi que ya estábamos situados frente al destino.
- Lo siento, no quise actuar de esa manera, es solo que la sola idea de alejarme de ti me causa temor-
- No debes temer, no me perderás nunca, no me alejare de ti-
- Lo prometes?- Era estúpido, no me valían de nada las promesas, y todo se debía a una mala jugada en el pasado.
- Lo prometo- Me servia aun menos, pero trate de no hacerlo notar y bese su mejilla. – Ahora baja ya, te aseguro que Alice se pondrá contenta al verte-
Le obedecí como una niña pequeña y me baje del auto, no sin antes darle un fuerte abrazo.
- Te veo mañana, es un hecho-
- Nos vemos mañana amor, estate lista por la mañana, tengo algo para ti- Cuando terminó la oración, ya estaba a mitad de cuadra.
Me acerque a la puerta de entrada y toque timbre, por dentro, un sonido de campanas inundo la habitación. Al cabo de pocos minutos, la pequeña figura de Alice se asomo por la ventana, me hizo señas con las manos de que esperara y luego se esfumo. Transcurrieron pocos segundos para que la puerta principal se abriera completamente, pensaba entrar en la casa, pero alguien me lo impidió.
- A donde crees que vas Bella? No tenemos tiempo para eso, llegaste tarde, debemos irnos ya- Cogió un saco del perchero de la entrada y acto seguido cerro la puerta a sus espaladas. – Vamos amiga, camina ya-
- Y a donde se supone que nos dirigimos? Me llamaste desesperada, pensé que algo malo ocurría, casi me matas de un susto, es que acaso estas loca?- Mis palabras salieron a las carreras de mi garganta.
- Es que algo malo ocurre, no tenia planeado que te encuentres fuera de la cuidad, me has hecho perder mucho tiempo, debemos apresurarnos antes de que…-
- Apresurarnos? Yo no pienso caminar ni media cuadra en medio de esta oscuridad- En el cielo, las estrellas dibujaban un mapa de puntos que se asemejaba al de los libros para niños en los cuales al unirlos con líneas irregulares, un dibujo precario sale a la luz.
- Y quien dijo que tengas que caminar? Además, entre tu tardanza y la caminata, nunca llegaríamos a tiempo- Sonaba graciosa, como si el hecho en si le causara alguna gracia.
- Y en que piensas ir? No tengo mucho dinero para tomar un taxi, y tampoco me has dicho a donde debemos llegar-
- Primero que nada, no debemos, debes, yo no iré a ninguna parte, solo te llevare a destino. Y segundo, iremos en mi coche, ahora hazme el favor de avanzar que ya vamos bastante retrasadas- Se abrió camino por delante de mi e introdujo su pequeño cuerpo en la puerta del garaje, me tomo del brazo y me unió a su caminata. Allí dentro descansaba un 206 azul metalizado que encajaba a la perfección con el estilo de mi amiga.
- Nunca me dijiste que tenías auto…-
- Nunca lo preguntaste, además mis padres no me dejan llevarlo al estudio, no quieren que haga halago de mi adquisición- Tiempo después de que sus palabras salieron por la pequeña boca, abrió la puerta del acompañante y me metió dentro. Dio la vuelta para abrir la puerta corrediza del garaje y luego se subió al vehiculo, lo puso en marcha y con la palanca de cambio obligo al pequeño 206 que retroceda de inmediato. Una vez fuera, salio para cerrar el portón y volvió a meterse dentro conmigo.
- Que hora es? ¡Hay mi dios bella es muy tarde, no llegaremos a tiempo!-
- ¿Llegar a donde, a tiempo para que? Alice por favor explícame!- Estaba casia a los gritos, pero esto no pareció alterarla y me siguió hablando en su tono de voz normal.
- Hazme un favor, saca de mi bolso mi pequeño móvil y entrégamelo- Hice lo que me pedía, me sentía tan obligada a cumplir sus ordenes como cuando Edward me hablaba. Oh Edward, con solo pensar su nombre mi cuerpo se estremecía.
Le entregué el móvil y en un rápido moviendo escribió algo en un mensaje de texto y lo envió a un número que al parecer no tenia en su agenda, pero se lo recordaba a la perfección.
- Ya esta, por suerte existen estos pequeños aparatos salvavidas, tenemos 5 minutos mas, así que si quieres llegar con vida, abróchate el cinturón- No quería llegar a ninguna parte, pero hice lo que pedía.
No me hablo en todo el trayecto hacia el misterioso lugar, solo silbaba y tarareaba canciones que no llegaba a comprender.
- Por cierto amiga, no me gusta Edward. Es decir, si es muy guapo y todo eso, pero no es tu tipo, el es muy…nose, no va contigo, y no quiero que salgas herida- Además de arruinarme la noche, ahora me venia a dar sermones
- Sin dañar tu integridad amiga, pero no me importa lo que pienses, yo lo quiero, y no voy a dejar que nada se nos interponga- Mi voz sonaba molesta, pero ella pareció reírse de mi
- Ya lo veremos- susurro casi inteligiblemente.
Los minutos transcurrían y yo todavía sabía sin saber a donde iba a terminar mi día. A medida que nos adentrábamos en las calles desconocidas, una fila de departamentos inundaban el lugar. Era como una residencia de hoteles, y cada vez que las cuadras aumentaban, también lo hacia el nivel de esplendorosos revestimientos.
Llegamos a un pequeño callejón, o mejor dicho, era la misma calle, solo que al parecer era el fin del mundo, porque no había otra cuadra que la siguiera, pero por mas monstruoso que pudiera sonar, los edificios que allí se alzaban eran gloriosos. Parecían perfectas construcciones modernas obligadas a parecer importantes.
- Hemos llegado amiga, ahora baja y entra en aquel edificio- Señalo un gigantesco grupo de ventanas erguidas en una torre de alto nivel social. – Cuando entres, dile a la recepción tu nombre, es decir, no digas Soledad…- lo pronuncio dudosa, ¿Cómo lo sabia? Luego recordé la conversación por teléfono, al parecer Alice había hablado con mi madre, y se cuanto odia que me digan por mi nombre ficticio. – Di que eres Bella y que alguien te esta esperando. El recepcionista sabrá de qué hablas y te guiara al elevador. Una vez dentro marca el piso 15 – AL parecer era unos de los del medio, ya que me había tomado el trabajo de contar las filas de ventanas. Genial, mas altura. Por suerte no era el último. – Cuando el elevador se detenga…Sabrás que hacer-
- Un minuto…es decir que… ¿Tu no vienes conmigo?- No entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando. ¿A dónde y con quien me enviaría mi amiga?
- Ya te he dicho que no, ahora apúrate, que estas llegando tarde- Me empujo fuera del auto, y espero a que entre en el hotel, luego se perdió en las calles.
Entre muy cuidadosamente, y al abrirse las puertas, las miradas de todos se podaron en mi. Hice caso omiso a esto, y me dirigí al mostrador.
- Ehm, Hola, soy…Bella…Swan- Pensé que el muchacho que atendía la recepción estallaría en carcajadas, pero por el congrio esbozo una sonrisa de complicidad.
- Señorita Swan, la estábamos esperando, venga por aquí, y apresure al paso, esta un poco retrasada- Quise gritarle que ya lo sabia, pero no quería sonar irrespetuosa ante tanto respeto.
- Eh, si…lo siento…es que-
- No se disculpe, por favor, entre y marque 15- Era exactamente lo que Alice me dijo que pasaría, pero nadie me comento hacia donde me llevaba el piso 15.
La puerta del elevador se cerró y me inundo un sentimiento de temor. No eran las alturas, ya que todavía no había subido mucho, era otro temor. Claustrofobia. Por suerte, el elevador llego a destino en un par de segundos y la puerta se abrió mas lento de lo que se había cerrado. Cuando ambas hojas quedaron ocultas, un hermoso hall despertó mi curiosidad. Era una pequeña salita con las paredes pintadas de un amarillo claro, casi dorado. En una esquina había una ventana que parecía sacada de la capilla sextina, y debajo, una pequeña mesa con un mantel de seda. Un sillón de un solo cuerpo hacia juego y por encima de la mesita, un jarrón con rosas rojas le taba un toque de color al lugar. Usando a este ultimo como elemento sujetador, se hallaba un sobre, y en una caligrafía que me pareció similar aparecía escrito mi nombre. Bella. Cuidadosamente de no romper nada que se me cruce, alcé el sobre en mis manos, lo abrí delicadamente y leí. “Te He estado esperando, siento mucho todo, te quiero. PD: golpea tres veces, y sabré que eres tu” Definitivamente había reconocido la caligrafía, y sabia lo que me aguardaba dentro. Me acerque a la puerta y golpee como indicaba. Al finalizar el tercer "noc", la puerta se abrió, y tal como esperaba Emmett se hallaba allí en frente.