lunes, 30 de marzo de 2009

Capitulo XIV

Capitulo XIV: El astro rey, el sol.

Me costaba poder levantarme de mi sueño profundo, tenia a mi lado el recuerdo de lo que podría llegar a ser el día mas perfecto de toda mi vida, todavía no caía en la cuenta, ya que cada vez que lo pensaba mi mente se refugiaba en un sueño, aunque yo sabia que no era así. Después de varios intentos fallidos de salir de la cama, me dispuse a bajar las escaleras. A pesar de que era sábado, estaba sola en casa, para mi era como un día normal, no tenia nada diferente a los otros, la única diferencia, no tenia que ir al estudio. Llegué a la mesa de la cocina casi a tientas, ya que por mas de que el mediodía asomaba, las persianas estaban bajas. En un extremo de la barra había un paquete de galletitas, y por debajo, una nota de mi madre, supuse que alguien sabía que la encontraría allí. “Buenos días hija, espero que disfrutes de tu primer día de franco, aliméntate bien, no quiero mas desmayos. Te quiero, mamá. PD: Un chico del estudio llamo hoy, un tal Edward, odio que utilicen sus nombres ficticios, casi corto cuando preguntaron por Bella, en fin, dijo que no almuerces y que estés lista a las doce"
Genial, la salida de anoche había agotado todas mis defensas, y me había despertado media hora antes de lo planeado por Ed, debía apresurarme. En menos de veinte minutos tome un baño y ya estaba lista para algo, no sabia que, pero conociéndolo, me sorprendería.
Afuera el sol rajaba la tierra, por un minuto dude acerca de si los planes de hoy se llevarían acabo, pero no tuve tiempo de seguir ideando en mi mente, ya que la bocina de un auto y el timbre de mi casa me sacaron de los pensamientos. Abrí la puerta de madera, la que daba al porche de mi casa, y allí, parado como si fuera un modelo, se encontraba Edward, de pie junto a la reja con una rosa en su mano idéntica a la que había dejado anoche en mi oso. El sol encajaba en su cuerpo como si aquel astro rey envidiara su belleza, no entendía como, pero ya tendría tiempo de preguntas, hoy no tenia excusas, al fin conseguiría mis respuestas.
- Esta rosa ya no tiene sentido estando tu a su lado, opacas su magnificencia- Esa frase era muy del romanticismo, ya tenia en mente mi primera pregunta, pero creo que podría acostumbrarme a aquella manera de empezar el día.
Quise contestarle el cumplido, pero mi cuerpo no me concedió ni un minuto de lucidez, por el contrario me sentí obligada a saltar sobre su cuello como una presa acechando a su victima, esa seria mi siguiente pregunta.
- Como diría Edward, eres tan humana- Termino la frase y me rodeo con sus manos talladas en piedra. - Vamos, no quiero que te pierdas de nada de lo que te he preparado- Soltó uno de sus brazos y me dirigió al auto
- ¿Y adonde se supone que vamos? Si es que me puedo entrometer
- Supongo que tu también tienes planeado algo para hoy, por lo que me limitare a hacerlo mucho mas llevadero y concederé tus deseos. Vamos hacia un parque, tengo planeado un día de campo-
- Pero... ¿Como...?... ¿El sol...?-
- Shhh, ya tendrás tiempo para todo amor, ahora sube al auto y no perdamos más tiempo
Decidí obedecer sus reglas y me senté en el asiento del acompañante, para cuando quise darme cuenta, el auto ya estaba en marcha. El viaje transcurrió tranquilo, tendría todo el tiempo del mundo para mi interrogatorio, no quería arruinar el trayecto, por lo que me conforme con deleitarme con su magnifica belleza, que no era poco.
- Amor, estas muy callada, ¿Pasa algo?- Lo mire, y mi limite a negar con la cabeza.
- ¿Estas segura?, pensé que hoy no pararíamos de hablar, es decir, tu no pararías de preguntar, y yo de responder adecuadamente- Tenia sus ojos clavados en los míos, pero al mismo tiempo mantenía el auto en perfecto control
- Tengo tantas cosas por preguntarte, que nose por donde comenzar, trato de acomodar todo en mi mente, pero es mucho….-
- No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo, debo confesar que no pensé que aguantarías tanto, es decir, estas conciente de que…- No lo deje terminar, ay que al tomar una curva en la carretera, los rayos del mediodía impactaron sobre su rostro dibujando un perfecto centro de atención. Ya sabía por donde comenzar.
- El sol, los rayos, la luz, es decir…-
- Amor, tranquila, respira-
- ¿Cómo es que no te afecta, que no daña tu piel, o que no reflejas diamantes en tu pecho?- Termine de hablar casi sin aire, me dedico una sonrisa perfecta, y con una mano desabotono el primer tramo de su camisa. Simplemente era perfecto.
- Edward, te estoy hablando, no era que ibas a cooperar…-
- Y yo te estoy contestando amor. Ven, dame tu mano- Coloco mi palma sobre su gélido pecho y me acerco los dedos hacia un colgante.- Es una medalla, un relicario, o como dirían ustedes, un amuleto. Cuando nos convierten, el creador tiene la obligación de protegernos, por lo que toma un elemento, que esta seguro que nunca se nos olvidara, y lo baña en el veneno de sus colmillos. Es como…en cierta manera nos hace reflejar el sol, no nos perjudica-
Me quede muda, nunca lo hubiese notado a menos de que su torso estuviese despojado de ropas, solo así, el color oro del relicario, resaltaría en su pálida piel.
- Es…hermoso…- Era como si el sol quedara atrapado dentro de esa cosa diminuta.
- No eres tan complicada como creía, tus preguntas son simples, es decir, un poco…de segundo plano, ¿Es que acaso terminamos con el interrogatorio?- Su mirada atravesó mi alma y me dejo sin aliento
- Apenas empezamos- Fue lo único que pude terminar de decir
- Antes de continuar, me gustaría que bajáramos del auto, no quiero arruinar la sorpresa- Mire por la ventana, no lo podía creer, simplemente quede deslumbrada.
No muy lejos de donde estábamos, había un pequeño sendero de piedras rodeado de árboles, un camino que llevaba a una pequeña cabaña al final del tramo, era como el tesoro al final del arco iris. Era simplemente perfecto. Pensé que caminaríamos, ya que me obligó a bajar del auto casi a los empujones, pero a diferencia de eso, utilizamos un medio mucho mas eficaz, al menos para el, yo no podía decir lo mismo gracias a mi miedo a las alturas. Con una mano tomo un pequeño bolso del maletero, y con la otra tomo un pequeño objeto que se situaba a su lado, yo. Estuve a punto de lanzar gritos desaforados, pero por alguna extraña razón me sentí segura sobre el. Me llevaba sentada sobre su hombro derecho, mis piernas colgaban hacia adelante, debía admitir que me sentía una reina, ya no tenia miedo de caerme estando con el. A razón de unos pocos minutos atravesamos el umbral de la casa, los pisos de madera rugieron ante nuestro peso. Me bajo delicadamente y me dirigió a la cocina
- Pensé que seria un día al aire libre, pero debo admitir que esto es mucho mejor…-
- No te cansas nunca de dejar que las cosas acaben verdad amor- Me sonrió complacido.- porque no miras hacia fuera-
Tenía razón, nunca dejaba que las cosas sigan su rumbo, mire hacia el patio de la pequeña cabaña, parecía un oasis para aquel hombre que había vivido en el desierto por años.
- ¿Sabes algo?- Le murmure casi en silencio
- ¿Qué pasa amor, acaso no te gusta mi sorpresa?- Sonaba desilusionado.
- No es eso amor, es solo que…- Baje la mirada y luego la levante hacia sus ojos. – Te quiero demasiado-
- Eres malvada- Soltó el bolso de su mano dejándolo que cayera al suelo, y me levanto en un abrazo.

4 comentarios:

  1. Genial, esta genial!!!
    quiero másssssssss

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  2. lo del amuleto me recuerda un poco a crónicas vampiricas pero así está mejor, algo para variar en Edward Cullen XD

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  3. aplausos!!!!!

    aplausos!!!


    estoy.....nose como estoy...la verdad me encanta!!!

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  4. Si... a mi tambien me recuerda a Damon y Stefan...y todo el rollo de los anillos!
    Me encanta
    De verdad es Genial!

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