Capitulo VII: Detén la van!
Al parecer el tiempo había pasado desapercibido en compañía de Emmett, no me percate de ello hasta que Alice irrumpió en el pequeño paraíso terrenal, con su voz danzante.
- Bells, Em, los hemos buscado por todos lados, el director esta a punto de llegar, deben salir ya, a menos que quieran convertirse en historia de vampiros!- Su voz era desasido histérica para las pocas horas de la mañana en la que nos encontrábamos.
- Esta bien Al, ya salimos, ya ya- Le exclame casi sin aliento, su voz por alguna razón me había puesto inquieta. Me levante de un salto, y salí corriendo del jardín de invierno dejando a Em solo en el piso, al tiempo me arrepentí, había quedado muy descortés de mi parte, pero necesitaba hablar con mi amiga, necesitaba preguntarle como lo había sabido.
- Al, espera- Jadeaba entre mi respiración entre cortada por la corrida. - Tengo que hablarte, espérame!-
- Oh, lo siento Bells, no te escuche, ¿Que es lo que pasa?, me imagino que no estarás molesta porque interrumpí tu cena romántica con Em ¿verdad?- ¿Cena romántica? A caso estaba loca o que.
- ¿Cena romántica? Estas loca Alice Cullen!, era solo un desayuno de amigos, pero era de eso de lo quería hablarte, ¿Como supiste?- No sabia si mis palabras coordinaban entre si, pero parecía que me había entendido
- Nose, lo supe- Me dijo con su voz divertida
-¿No querrás decir que tu...has visto...mi futuro?- ¿Que estaba diciendo?, era obvio que no, ¿pero entonces como...?
- Ay Bells, por favor, no creerás que realmente veo el futuro ¿No?, esto de la película te esta afectando, Emmett me pregunto que me parecía la idea anoche, y como te vi tan deprimida le dije que si, no pensé que serias tan tonta-
- Lo siento, solo, nose que me paso-
- Esta bien, no te disculpes, esta noche tenemos mucho de que hablar- Agarro mi mochila y se la llevo por los pasillos.
Tenia que descansar, definitivamente estaba sin aire, agotada, y recién comenzaba el día. Me senté en una esquina del pasillo, cuando una mano me tomo por el hombro, al principio pensé que había sido ALice, por la suavidad con la que ésta me tomaba, con cuidado, como si fuese a romperme, pero al voltearme mis ojos se encontraron con unos dorados que no pertenecían a los verdes de mi amiga. Era él, Edward Cullen estaba sosteniéndome con su perfecta mano, me estaba dirigiendo la mirada, se había percatado de mi existencia, mi corazón latía con más fuerza, y pareció notarlo.
- Lo siento, no quise asustarte- Ay mi dios, esa voz de seda, como me voy a asustar con su voz, con su rostro.
- N...no m...me asuataste- Intentabba sonar como una persona normal, pero al parecer no lo era. Exclamo una risa perfecta, sin sonidos de mas, ni de menos, simplemente perfecta.
- En serio, perdóname, no era mi intención- ¿Cómo le podían permitir a las personas nacer con ese tono de voz que hace que hipnoticen a las demás? ¿Es que acaso no se dan cuenta del daño que ocasionan? Mi corazón parecía que iba a salirse por el espacio entre mis costillas, quería abrazarlo, tenerlo conmigo, besarlo. Si, quería besarlo como a nadie, como si lo conociera de toda la vida. Estaba obnubilada por su mirada, por su rostro, me había dejado tonta
- Esta bien, no hay problema!- Claro que no había problema, estaba loco! Podría asustarme así las veces que él quisiera, siempre se lo iba a permitir.
- ¿Vas para el estacionamiento?, hoy grabamos la parte de la van, no creo que te quieras perder del momento en el cual salvo tu vida ¿no?-
¿Estaba preguntando por mi vida?
- Emm, s...si, voy para a…alli- No podia creer como mi voz me derrotaba y abandonaba en ese momento tan importante
- ¿Te molesta si te acompaño?-
- No, claro que no- ¿Cómo me iba a molestar, acaso no entendía que me volvía loca con solo mirarme?
Pareció entender mi mirada, ya que una sonrisa se asomo por entre sus facciones, me tomo por el brazo y me condujo hacia el estacionamiento, pero allí, antes de salir, lo ví a Em, con sus ojos posados en mi, con su mochila y la manta en una mano. Un escalofríos me recorrió la columna vertebral, lo había cambiado por otro, lo había abandonado, al parecer, el no me quería como yo a el, no le alcanzaba con ser mi hermano mayor. Me sentí muy mal por la forma en la que estaba actuando, no debí haberlo dejado solo. Edward, tan perfecto como solo los dioses de la antigua Grecia podrían ser, me apretó el brazo con su mano, para recordarme que estaba allí, y después de eso, Emmett se borro de mi mente, no había nada que yo desee mas en la vida que a ese perfecto ejemplar de Edward Cullen.
- No estés nerviosa, no dudes de mí, te salvare cueste lo que cueste-
Hay dios mió! Podría dejarme aplastar por un camión de carga si supiera que tu estas allí para salvarme
- No son nervios, es…ehmmm…miedo, eso es, tengo miedo de olvidar mi cara de “por dios podrías dejar de ser tan bueno, porque te amo con locura”-
Ambos reímos por un tiempo hasta que llegamos al exterior del estudio. Alice, Rose, Jazz y Em estaban parados junto al Volvo de Edward, mi van estaba estacionada justo en el lugar indicado, y por el otro extremo se encontraba la van de Tyler, el arma de destrucción masiva. Nos separamos dolorosamente, al menos así fue por mi parte, soltarme de sus dedos tan perfectamente encastrados en mis hombros me dolía horrores, pero debía pensar en que pronto estaría tendida en sus brazos, eso me animo bastante.
- Bueno chicos, a grabar- Era el director, la obra debía comenzar.
Camine lentamente con mi cebolla de oro en la mano, tenia muchísimo calor, ya que se debía suponer que hacia frió, solo que acá en Argentina, dudo que la temperatura bajara de los 25º Centígrados. Me apoye sobre mi van y despues de eso, podría decir que no recuerdo bien, haber estado soñando, o simplemente sin conciencia. Edward llego a mi en el momento preciso, vale aclarar que en realidad estaba a mi lado, en un sitio en el que la cámara no lo filmara, pero algo llamo notoriamente mi atención. La parte de la abolladura en la cual debía colocar su mano, estaba previamente hundida, para que con el solo rose de su peso la hundiera hasta un punto limite en el cual el metal de volvía sólido otra vez, pero allí, justo cuando me arrojo al suelo, con una mano me tenia sujeta y con la otra…Su otra mano simplemente paso los limites de la abolladura, dejo marcados los cinco perfectos dedos sobre la pintura gris petróleo. Lo mire fijo por un instante, y luego paseaba la vista de su mano a su perfecto rostro, algo no encajaba bien. Me soltó con brutalidad y me dejo tirada en el suelo, esta actitud no pareció extraña para nadie, ya que así debía ser la escena, pero para mí, había algo que no encajaba. ¿Cómo su perfecta mano había hundido sin ningún esfuerzo el metal?
miércoles, 18 de marzo de 2009
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